Olivier de Berranger

¿Sin aliento?

A imagen de los flying doctors australianos, un puente aéreo de médicos conecta actualmente Dijon y Nevers. Para paliar la falta de personal sanitario en este desierto médico en que se ha convertido el departamento de Nièvre, cardiólogos, médicos de familia, enfermeros y neumólogos viajan por los aires para pasar una jornada frenética. He ahí una iniciativa pionera que no tiene nada de anecdótico.

En el plano farmacéutico, las perspectivas no son más halagüeñas: antibióticos, antinflamatorios, analgésicos básicos… las tensiones se acumulan en las cadenas de abastecimiento y la escasez se instala en las farmacias y en los hospitales. Estos agotamientos cada vez más graves de las existencias de medicamentos afectan a toda Europa.

Lo que nos jugamos en la accesibilidad a los cuidados médicos, un reto crucial, vital, que preocupa a todos los europeos. La solución no está al alcance de la mano, ya que el 80 % de los principios activos farmacéuticos se producen lejos del continente, en Asia. En Francia, el principio activo del paracetamol, que últimamente escasea mucho, proviene en un porcentaje superior al 75 % de China y la India. Esta situación amenaza con perdurar, ya que la relocalización de la producción total de paracetamol, planificada desde la crisis del COVID en Isère, donde se encontraba la última unidad de producción de Europa cerrada en 2008, no estará operativa hasta 2026. Un motivo, pues, para que se nos agraven las migrañas.

Aunque para Nietzsche no existe la salud como tal, esta tiene un precio y un coste y esconde graves desigualdades. La nueva economía mundial de la salud se enfrenta a múltiples desafíos, entre los que se encuentra la presión agravada sobre los precios de los medicamentos y la accesibilidad —geográfica o económica— de los cuidados médicos. De hecho, el 50% de la población mundial carece de acceso a cuidados básicos y cada año 100 millones de personas se sumen en la pobreza debido a los costes sanitarios, según las estimaciones de la OMS.

La disponibilidad de facultativos, infraestructuras sanitarias y medicamentos es uno de los grandes retos del acceso a la atención sanitaria, un desafío mundial para el que están diseñándose soluciones desarrolladas por empresas innovadoras y cuyo impacto podría ser transformador.

Entre ellas, está el software desarrollado por la alemana Nexus[1], por ejemplo, que permite descargar al personal sanitario de tareas administrativas y optimizar el seguimiento de los pacientes (digitalización de los historiales clínicos, administración de los procesos sanitarios en los hospitales, gestión de las reservas de sangre…). Del mismo modo, algunas empresas biotecnológicas innovadoras, sobre todo en el ámbito de la inmunoterapia, están desarrollando tratamientos contra enfermedades para las que no existe cura actualmente.

Novo Nordisk, por ejemplo, es un laboratorio farmacéutico que, además de sus avances contra la diabetes, contribuye a mejorar la accesibilidad geográfica y económica de los cuidados médicos gracias a ambiciosas políticas desplegadas en los países en vías de desarrollo. Otro ejemplo es el grupo suizo Lonza, un prestigioso proveedor farmacéutico que industrializa procesos de fabricación especialmente complejos, principalmente para biofármacos.

La accesibilidad económica también puede beneficiarse de los avances de los diagnósticos in vitro, ámbito en el que la francesa Biomerieux es especialista. Estos procedimientos representan apenas el 2-3 % del gasto sanitario mundial, pero son indispensables para la toma de decisiones médicas.

El sector de la salud está en pleno auge. El gasto sanitario mundial, que se elevaba a 8,5 billones de dólares en 2019, sigue aumentando a un ritmo muy sostenido. La crisis del COVID no hizo sino reforzar la idea de la necesidad de transformar el sector.

Sostener las prodigiosas capacidades de innovación de las empresas abre perspectivas prometedoras, pero también oportunidades de inversión con un gran potencial.

Editorial del mes de Olivier de Berranger, director de operaciones y director de inversiones, y Louis Porrini, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE)

 

[1] Los valores citados se mencionan a título ilustrativo. No está garantizada ni su presencia en las carteras gestionadas ni su rentabilidad.

 

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