Olivier de Berranger

IA: Anatomía de un ascenso

Tuvo que pasar casi un siglo desde la presentación de la patente del motor a vapor en 1769 en Inglaterra para ver sus efectos en el poderío industrial al otro lado del Atlántico. A ChatGPT le han bastado apenas unas semanas para conquistar a 100 millones de usuarios, una velocidad de adopción sin parangón en la historia, incluida la tecnológica. Un año después de la llegada de ChatGPT, el despliegue de la IA generativa —una revolución tecnológica de primer orden— pone de manifiesto el potencial de la IA.

La IA generativa está protagonizando una aceleración inédita. Valorado en 29.000 millones de dólares en 2022, el mercado mundial de la IA generativa debería superar los 668.000 millones en 2030, según un estudio reciente de Fortune Business Insights, lo que equivale a un crecimiento medio anual del 47,5 %.

Su influjo se extiende a no pocos sectores, desde la salud hasta el ocio, pasando por los servicios financieros y los productos de gran consumo. Marcada por la IA generativa, la edición 2024 del CES, que se celebró en enero en Las Vegas, dio buena muestra de ello con las innovaciones que se presentaron en la industria de los videojuegos, los electrodomésticos e incluso la robótica, que entra en una nueva era.

La IA quiere entrar en nuestras vidas personales y profesionales, y ya está mejorando nuestro día a día de muchas formas: los motores de búsqueda, las plataformas de comercio electrónico… incluso las redes sociales la han adoptado masivamente para mejorar las prestaciones de sus productos. Las plataformas de ciberseguridad la están implantando para proteger en su día a día a los usuarios, las empresas y las administraciones públicas de todo el mundo. La IA está propiciando nuevas aplicaciones, como el coche autónomo, por ejemplo. Así, Tesla está realizando importantes avances con la conducción autónoma total (FSD) y Waymo ya ofrece taxis autónomos en Phoenix y Arizona.

La IA se impone también como el nuevo paradigma para la competitividad de las empresas. Alimentada por tendencias exponenciales, el crecimiento de los datos, la proliferación de la nube, la evolución de las redes neuronales artificiales y el desarrollo de aplicaciones, la IA otorga a las empresas que la abrazan una ventaja que podría resultar significativa. La IA aumenta indiscutiblemente la productividad: los programadores ya son entre un 30 % y un 50 % más productivos gracias a la IA generativa que les permite crear código informático con un par de clics. En el ámbito de la salud, las perspectivas del sector están aumentando gracias al desarrollo acelerado de nuevos tratamientos o el análisis del genoma humano. La IA sirve, por ejemplo, para crear modelos de moléculas con vistas a desarrollar nuevos tratamientos, como atestiguan los avances de los grandes laboratorios como AstraZeneca, Merck, Eli Lilly, o incluso la biotecnológica alemana Biontech. En todos los sectores, las empresas que sientan unos cimientos sólidos de IA son las que están mejor posicionadas para transformarse y mejorar su agilidad competitiva. Es el caso de las empresas tecnológicas, que han sido de las primeras en desarrollarla, como Nvidia, líder en las tarjetas gráficas que se han convertido en el «cerebro de la IA», o incluso de la ciberseguridad, con valores como Crowdstrike. Los campeones de la IA registran ya un crecimiento hasta un 50 % superior al de sus competidores[1]. Todo ello creará con el tiempo un territorio rico en oportunidades de inversión en las que el Echiquier Artificial Intelligence, fondo pionero dedicado a esta temática, está posicionado desde 2018.

La IA, una verdadera herramienta de emancipación, ha pasado a ser imprescindible y vamos a tener que aprender a trabajar y vivir con máquinas inteligentes.

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[1] Accenture, junio de 2022