Olivier de Berranger

La senda del agua

Cada año, 8 millones de visitantes admiran las obras maestras del Louvre, conservadas gracias a uno de los mayores sistemas de refrigeración urbana del mundo: una red subterránea de 50 km que abastece a más de 500 edificios parisinos, como la Opera de París o el Banco de Francia. La Gioconda y la Venus de Milo deben su supervivencia sobre todo a una solución desarrollada por Alfa Laval, líder mundial en transferencia de calor, separación y manejo de fluidos. Esta solución, alimentada en parte con agua del Sena y subestaciones de distribución inteligentes, permite ahorrar 500.000 m³ de agua potable al año. Todo un símbolo de la extraordinaria capacidad de innovación de las empresas, esta iniciativa da respuesta a un desafío planetario vital.

El agua, de la que el astrofísico Hubert Reeves decía que era más escasa que el oro a escala cósmica, se ha convertido, de hecho, en un reto prioritario. El estrés hídrico afecta ya a una cuarta parte de los habitantes del planeta. La ONU calcula que, si la situación no evoluciona de forma favorable, un tercio de la población mundial se verá afectada en 2025. Las principales causas de esta crisis —el calentamiento del clima y aumento de la población mundial— están acelerándose. El acceso al agua dulce, que no representa más que el 2,5% del agua disponible en la superficie del planeta, ya no está garantizado. Los volúmenes de extracción aumentan constantemente para las crecientes necesidades de la agricultura, las ciudades y las industrias. El consumo de agua se ha multiplicado por seis a escala mundial en un siglo y la demanda debería crecer un 55% hasta 2050, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.

Las consecuencias de la falta de agua dulce son múltiples, desde la biodiversidad hasta la salud pública. Las empresas, conscientes de la envergadura de los retos, están concibiendo estrategias ambiciosas y soluciones creativas. Cabe destacar que la empresa sueca Alfa Laval ha desarrollado una solución de desalación que permite transformar el agua del mar en agua potable. La química finlandesa Kemira ofrece una amplia cartera de tecnologías formada por soluciones de tratamiento de aguas que contribuyen en última instancia a reducir el consumo de agua de sus clientes industriales. Por su parte, la prometedora startup Kumulus Water ha desarrollado una tecnología puntera que replica el efecto del rocío y crea agua potable captando la humedad del aire gracias a un sistema alimentado por energía solar. Este dispositivo conectado es capaz de producir hasta 30 litros en 24 horas. Por último, Veolia, líder mundial en servicios medioambientales, pretende triplicar su producción de agua reciclada en 2030, hasta 3.000 millones de m³, es decir, el consumo anual de 54 millones de personas. El reciclaje es una vía muy prometedora, toda vez que únicamente el 11 % del agua en promedio se recicla actualmente en el mundo. Este porcentaje se sitúa en el 1 % en Francia[1], pero llega al 15 % en España, que se ha fijado como objetivo alcanzar el 35 % de aquí a 2027[2].

Existen numerosas palancas de actuación para responder ante este reto estratégico. La inversión de impacto, cuyo mercado mundial se cifra en más de 1 billón de dólares[3], es una de ellas. Esta cifra simbólica arroja luz sobre el papel decisivo de las finanzas de impacto ante este reto al canalizar capitales hacia empresas responsables con el fin de construir un futuro sostenible ofreciendo una rentabilidad financiera. Intensificaremos nuestro compromiso con la inversión de impacto movilizando nuestro ecosistema para afrontar los retos climáticos y de biodiversidad. Así, la tercera edición de los Rencontres du Climat et de la Biodiversité reunirá en noviembre a expertos, empresas e inversores para poner de relieve soluciones capaces de abordar los grandes desafíos vinculados con el agua, el oro azul.

 

 

 

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[1] CEREMA, 2020
[2] Les Echos, 03.07.2023
[3] GIIN, 2022