Coline Pavot

El mal del siglo

¿En qué consiste ese síndrome que afecta a cerca del 60 % de los jóvenes estadounidenses[1]? Se trata de la ecoansiedad[2], un término surgido en la década de 1990 que entró en el diccionario la pasada primavera y que describe la angustia que sufren quienes se preocupan por la crisis ecológica mundial y sus consecuencias. Para Martin Hirsch, exdirector general de los Hospitales de París, se trata de un verdadero problema de salud pública. ¿De dónde viene esta dolencia? ¿Cuáles son sus consecuencias y su tratamiento? Vamos a tratar de responder a estas preguntas.

 

Comprender la enfermedad

Desde hace varios años, este fenómeno no deja de crecer en todo el mundo. Un número cada vez mayor de ciudadanos son presa de la ecoansiedad, hasta el punto de afectar a su salud mental y su calidad de vida. Se observa una pluralidad de síndromes, que pueden ir de una simple inquietud ante el cambio climático hasta episodios de depresión profunda. Esta «depresión verde» afecta a todos los estratos sociales y económicos, pero tiene una incidencia mucho mayor entre los jóvenes, que se preocupan cada vez más por las cuestiones medioambientales. Inquietud ante el porvenir, sentimiento de impotencia y dificultades para hacer planes de futuro en un mundo víctima de catástrofes naturales forman parte de esta patología que a menudo no se comprende y provoca aislamiento.

 

Las raíces de la enfermedad

«No se nace con ecoansiedad, se adquiere al tomar conciencia de la situación», explica el doctor Alice Desbiolles en su obra dedicada a este fenómeno[3]. Es cierto que las observaciones de los científicos son cada vez más alarmantes y que los impactos del cambio climático (olas de calor, incendios) son cada vez más fuertes y visibles. Ante la magnitud de esta situación, quienes sufren de ecoansiedad tienen dificultades para hacer planes de futuro. Pierden la esperanza en el impacto de sus acciones ante unas políticas públicas demasiado tímidas que con frecuencia pasan por alto la justicia social. Esta angustia resulta comprensible cuando sabemos que la probabilidad de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C se aleja peligrosamente cada día. En último término, ¿la ecoansiedad no será una reacción normal ante una realidad anómala?

 

La acción como cura para la enfermedad

El remedio más eficaz parece ser canalizar esta ansiedad para convertirla en una fortaleza. Para empezar, se recomienda romper el aislamiento. Una primera etapa hacia la curación puede ser hablar de las inquietudes, de las dudas, y compartirlas dentro de un colectivo que pueda tener los mismos sentimientos. La etapa siguiente suele ser pasar a la acción. Las formas de actuar son numerosas. Mientras que algunos decidirán cambiar de profesión para escoger una que tenga más sentido, otros se dirigirán hacia una forma de implicación más militante. Compartir los conocimientos sobre estas cuestiones con el fin de sensibilizar al mayor número de personas, como hacemos en La Financière de l’Echiquier (LFDE) mediante varios programas didácticos, como Ecole de l’ISR y Ecole du Climat[4] (lanzado en 2022), también parece ser una solución. Esta transmisión de conocimientos permite movilizar el mayor número posible de personas, por ejemplo, optando por invertir en soluciones con un impacto positivo.

La inversión responsable aporta un plus de humanidad a nuestro negocio de gestión de activos. Desde hace varios años, la situación está cambiando. Asistimos con entusiasmo a un importante crecimiento de los fondos de inversión comprometidos bajo el influjo de unos clientes cada vez más exigentes. Apoyamos todos los días a un número cada vez mayor de empresas que están trabajando con ahínco en su transición. Este sentido y esta dinámica colectiva nos permiten no ceder a esta angustia y permiten a nuestros equipos seguir movilizando sus energías en busca de un mundo más sostenible.

 

 

Información legal importante: Las opiniones expresadas en el documento representan las convicciones del gestor. En ningún caso darán lugar a responsabilidades por parte de LFDE. Se advierte al inversor de que su inversión no genera un impacto directo en el medio ambiente y la sociedad, sino que el compartimento trata de seleccionar e invertir en empresas que responden a criterios precisos definidos en su estrategia de gestión. La decisión de invertir no debe basarse únicamente en el enfoque extrafinanciero de un fondo; también debe tener en cuenta el resto de las características, sobre todo sus riesgos, tal y como se describen en el folleto.
[1] Climatic Change, 2020.
[2] La ecoansiedad se proyecta hacia el futuro, mientras que la solastalgia es una angustia retrospectiva.
[3] L’éco-anxiété. Vivre sereinement dans un monde abîmé, Fayard, 2020.
[4] Programas de formación destinados a clientes y socios de LFDE en Francia.