Olivier de Berranger

Desafíos cósmicos

El ecosistema espacial —la última frontera del mundo de la inversión— se encuentra en plena ebullición y da lugar a numerosos retos, tanto tecnológicos como económicos y geoestratégicos. La industria espacial está metamorfoseándose ante la aparición de emprendedores privados que comparten escena con las grandes agencias espaciales esgrimiendo un nuevo objetivo: abrir la puerta del espacio democratizando su acceso y desarrollando una economía interplanetaria a partir de la Luna, lo que supone un punto y aparte en la historia del espacio y en nuestras vidas.

La exploración espacial vive un punto de inflexión y de aquí a 2030 ya están previstas no menos de 150 misiones de exploración espacial. El éxito de la sonda Chandrayaan-3, que se posó el 23 de agosto sobre el polo sur de la Luna y convirtió a la India en el cuarto país en alunizar, demuestra hasta qué punto se ha relanzado la carrera espacial. Esta dinámica abre nuevos mundos y oportunidades inéditas. Estimulado por la revolución digital y una innovación sin límites, el mercado espacial, valorado actualmente en 400.000 millones de dólares, podría alcanzar los 2,7 billones de dólares en 2045[1], es decir, el doble del PIB español. Estamos ante una revolución de primer orden cuyas repercusiones serán transformadoras por el efecto de la convergencia de grandes innovaciones tecnológicas.

Este desarrollo vertiginoso del ecosistema espacial democratiza el acceso al espacio y trae consigo un abaratamiento de los costes: hace 15 años, transportar un kilo al espacio costaba 25.000 dólares, mientras que ahora cuesta 2.500 y debería acercarse a 250 dólares con el nuevo cohete Starship de SpaceX. Están surgiendo nuevos negocios, como la fabricación de objetos en microgravedad o la vigilancia del clima, y están forjándose industrias florecientes. Es el caso de los vehículos de lanzamiento, con actores como Rocket Lab (+80 % en el año), o los satélites, cuyo crecimiento se cifra en más de un 9 % anual hasta 2027[2]. Los proveedores de sistemas como Redwire se benefician del crecimiento exponencial del número de satélites lanzados al espacio. Tras la estela del Jupiter 3, el mayor satélite comercial de comunicaciones del mundo, diseñado por Maxar y lanzado por SpaceX el pasado mes de julio, está previsto el lanzamiento de más de 33.000 satélites durante los próximos diez años.

El uso del espacio está transformándose y ampliándose. Comunicaciones, navegación, observación de la Tierra, cambio climático… los datos espaciales se han convertido en un producto de alto valor añadido. Las tecnologías de vanguardia y el uso de la inteligencia artificial amplifican la profundidad y la velocidad de transformación de estas aplicaciones, que son beneficiosas para la vida en la Tierra. Los ejemplos son numerosos, pero podemos citar a la start-up francesa Kayrros, que principalmente utiliza los datos de los satélites de observación de la Tierra del programa europeo Copérnico para detectar las fugas de metano o evaluar el carbono absorbido por los bosques en el mundo.

Las comunicaciones vía satélite, la observación de la Tierra y otras capacidades desarrolladas por las empresas espaciales están siendo demandadas por los estados, que están incrementando sus presupuestos de defensa. Así pues, el gasto público está convirtiéndose en un motor de crecimiento adicional dentro de este universo. Los primeros beneficiarios serán las empresas que aumentan su cuota de mercado entre los ministerios de defensa, pero también las empresas clasificadas en el sector de la defensa cuyas actividades espaciales serán importantes, como Airbus.

La exploración espacial no ha hecho más que empezar. Pioneros en espíritu y en busca permanente de innovación, tratamos de anticiparnos a las grandes tendencias del mañana. Con Echiquier Space[3], apoyamos las transformaciones del ecosistema espacial desde 2021, convencidos de que la inversión en esta temática permitirá responder a los formidables retos planetarios de nuestro siglo.

 

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[1] PwC y Bank of America Merrill Lynch, 2020.
[2] Grand View Research, 2020.
[3] El fondo está expuesto a los riesgos de pérdida de capital, renta variable, tipos de cambio, inversión en países emergentes y gestión discrecional. Para ampliar la información sobre sus características, sus riesgos y sus gastos, le recomendamos que consulte los documentos reglamentarios, disponibles en www.lfde.com.