Alexis Bienvenu

Valores virtuales

Es evidente que no existe nada más real y sólido que los inmuebles: utilidad, rentas, regulación, historial dilatado, profundidad de mercado… Así, en inglés se utiliza el término real estate o patrimonio real. En el extremo opuesto, nada hay más virtual que las criptomonedas: intangibles, poco utilizadas, abstrusas para el común de los mortales, sin rentas intrínsecas, poco reguladas, sin apenas historial…

Sin embargo, los inmuebles de inversión han visto cómo se evaporaban en cuestión de meses sumas gigantescas en todo el mundo, como si las valoraciones de los últimos años al final solo fueran virtuales. Y no solo en China, donde la quiebra de algunas de las mayores promotoras alimenta una desconfianza general; también en la mayoría de los países desarrollados, hasta el punto de sacudir los cimientos de algunos bancos regionales estadounidenses o, en fechas recientes, de Alemania, como el Deutsche Pfandbriefbank. En Suecia, uno de los países donde el sector inmobiliario sufre las presiones más fuertes, el banco central vigila de cerca un riesgo bancario generalizado. En Francia, más de veinte SCPI (un tipo de sociedad de inversión inmobiliaria francesa) se han visto obligadas a revisar a la baja el valor de sus participaciones desde comienzos de 2023[1] en magnitudes comprendidas generalmente entre el 10 % y el 15 %, y se anuncian nuevas depreciaciones en este arranque de 2024.

Al mismo tiempo, las monedas virtuales se disparan. El bitcoin acaba de alcanzar los 63.000 dólares a finales de febrero y avanza casi un 50 % desde comienzos de año, coqueteando con los récords establecidos en 2021 por encima de 67.000 dólares. Entonces, ¿lo puramente virtual conserva mejor la riqueza que lo real y más sólido en caso de subidas de los tipos? ¿Lo digital vale más que el ladrillo?

Es cierto que algunas características de las monedas virtuales son ventajosas: relativa facilidad para operar frente a los inmuebles, precios ajustados en tiempo real, cada vez más soportes, aumento de los volúmenes negociados, etc. El propio regulador estadounidense ha autorizado recientemente la creación de fondos especializados en bitcoin, en los que se han depositado varios miles de millones en dos meses[2]. Además, hay que reconocer una cierta transparencia en el riesgo, ya que las monedas virtuales no ocultan su volatilidad. Por el contrario, los inversores a menudo tienen tendencia a subestimar el riesgo de los inmuebles, cuya volatilidad solo surge de golpe y permanece oculta el resto del tiempo. El riesgo inmobiliario no es regular, sino volcánico, o salvaje, como lo describía el matemático Benoît Mandelbrot.

No obstante, los riesgos inherentes a lo puramente virtual, aunque sean manifiestos, no se comprenden forzosamente bien. Así, ¿quién puede explicar, si no es recurriendo primeramente a la especulación, que el bitcoin haya ganado un 520 % en siete meses[3] para poco después volver a dejarse un 75 % en un año[4]? Si bien es cierto que el riesgo inmobiliario está en parte oculto, al menos tiene una correspondencia con datos relativamente intuitivos, principalmente los tipos de interés, así como la calidad de la construcción, su ubicación y la solvencia del inquilino. En cambio, hasta ahora el riesgo de las monedas virtuales ha costado mucho vincularlo a parámetros fundamentales.

Este carácter «sin suelo» constituye uno de los principales argumentos anti-bitcoin desarrollados en el artículo publicado recientemente por dos autores pertenecientes al Banco Central Europeo[5]. En su opinión, al estar desprovisto de un rendimiento intrínseco o de otra utilidad duradera y legítima, su valor «fundamental sería de… cero. Sin embargo, el riesgo de que el bitcoin algún día valga cero está escasamente presente en la mente de los inversores. En este sentido, la percepción de su riesgo profundo por parte de los ahorradores no es forzosamente adecuada. Por su parte, el riesgo inmobiliario está limitado en el fondo: ¿cómo unos activos inmobiliarios, incluso de calidad media, van a valer cero?

Por lo tanto, tiene todo el sentido esperar que lo «real» termine por recuperar su predominio sobre lo virtual en las preferencias de los inversores cuando los precios se ajusten, algo que ciertamente podría ser un proceso largo. Lo puramente virtual seguirá siendo incontrolable en tanto en cuanto siga estando desprovisto de valor fundamental. Salvo que se cuente como «fundamental» el placer de especular o la utilidad de una moneda para el comercio ilegal o, sobre todo, la desconfianza ante las monedas de los estados. Si estos tres factores cuentan como fundamentales, entonces existen pocas probabilidades de que el bitcoin valga cero algún día. Por ello, tanto los activos reales como los virtuales tienen su sitio, con la condición de que se discriminen bien sus méritos y deméritos respectivos.

Terminado de redactar el 01/03/2024. Por Alexis Bienvenu, gestor de fondos de LFDE.

En pocas palabras

Una pendiente suave. La publicación del dato de inflación estadounidense expresado mediante el deflactor del consumo privado o PCE (Personal Consumption Expenditures), un elemento clave de la política monetaria, fue bien acogida por los mercados. Los tipos de los bonos experimentaron un ligero descenso inmediatamente después. Como esperaba el mercado, la inflación general pasó del 2,6 % interanual al 2,4 % y, en su versión subyacente, del 2,9 % al 2,8 %. Los datos mensuales pusieron sobre la mesa un cierto repunte, pero conviene relativizar esta evolución por varias razones, siendo la principal de ellas un cambio en la metodología de cálculo de los precios de la vivienda. Por otro lado, las medias de los últimos datos mensuales anualizadas siguen estando en cotas tolerables para la Reserva Federal. Así, el índice subyacente de los últimos seis meses quedó fijado en el 2,5 % y la versión subyacente menos vivienda en el 1,8 %, por debajo del 2 % que constituye el objetivo. Estos datos auguran una postura menos restrictiva en la próxima reunión de política monetaria.

Puede mejorar. Los índices de actividad económica de China del mes de febrero volvieron a ser bastante endebles, aunque mejoraron ligeramente. Así, el índice PMI oficial se estancó en el 50,9, un nivel levemente positivo. Aunque el componente manufacturero mostró un mal tono, al pasar de 49,2 a 49,1, la actividad en el sector servicios registró una evolución más favorable, ya que pasó de 50,7 el mes anterior a 51,4. El nuevo año lunar celebrado en China pudo influir positivamente en el sector. Se esperan nuevas medidas para apoyar el crecimiento durante la primera semana de marzo, con motivo de la reunión del parlamento chino. En estos días, la crisis inmobiliaria y la deflación siguen de plena actualidad, aunque la bolsa china rebotó en febrero (+8,39 % en el MSCI China en dólares estadounidenses), animada por la intervención del gobierno chino en los mercados.

La India, el nuevo El Dorado: La economía india siguió creciendo con fuerza durante el trimestre anterior. Se había pronosticado un crecimiento del 6,6 % interanual, pero terminó siendo del 8,4 %. La recuperación del consumo explica en gran medida este buen dato.

[1] Les Echos, 18/01/2024
[2] Bloomberg, 29/02/2024
[3] Entre el 23/09/2020 y el 15/04/2021. Fuente: Bloomberg
[4] Entre el 09/11/2021 y el 09/11/2022. Fuente: Bloomberg
[5] ETF approval for bitcoin – the naked emperor’s new clothes , blog del BCE, por Ulrich Bindseil y Jürgen Schaaf, 22/02/2024