Philbert Veissieres

¿Nos encontramos ante el rebote de los valores de pequeña y mediana capitalización?

Estamos asistiendo a un cambio de dinámica: los tipos largos empiezan a reducirse, lo que hace que la renta variable vuelva a ser atractiva, especialmente los valores de crecimiento de pequeña y mediana capitalización.

El primer semestre de 2022 marcó el final de un largo periodo durante el cual las empresas cotizadas se beneficiaron de una constante tendencia a la baja de los tipos de interés que favoreció el incremento de su valoración. Los temores vinculados a una subida duradera y autoalimentada de la inflación provocaron una reacción muy restrictiva por parte de los bancos centrales. A continuación, se produjo una rapidísima subida de los tipos de interés: en apenas seis meses, el bono alemán a 10 años pasó del -0,2 % al 1,5 % y el bono estadounidense a 10 años, del 1,6 % al 3,1 %¹.

Los valores de crecimiento con múltiplos elevados se vieron especialmente afectados por este movimiento de los tipos. Así, en seis meses la valoración de nuestro fondo histórico que invierte en valores europeos de crecimiento y de calidad de pequeña y mediana capitalización cayó hasta múltiplos de finales de 2017, concretamente hasta 13,9 veces el EBITDA². Los fundamentales a largo plazo de las empresas en cartera no han cambiado, aunque a corto plazo pueden surgir presiones en los márgenes o en la dinámica de crecimiento. Por el momento no es lo que observamos, ya que, de media, las previsiones de resultados de las empresas en cartera se han revisado ligeramente al alza desde principios de año.

Pese a que la inflación y la subida de los tipos han protagonizado la actualidad durante los últimos meses, desde hace algunas semanas observamos un cambio de dinámica sustanciado en un aumento de los temores en torno al crecimiento económico. De hecho, el giro de 180° de las políticas monetarias podría invertir la tendencia de una demanda que se vio excesivamente estimulada durante la pandemia de COVID, lo que creó grandes desequilibrios entre la oferta y la demanda a los que cabe achacar una parte de la inflación actual. El fenómeno ya se aprecia en EE. UU., donde numerosos negocios de distribución han revisado a la baja sus resultados previstos en un contexto de liquidación de existencias y actividades promocionales ante la atonía de la demanda.

Esta situación debería dar un respiro a los bancos centrales, que podrían revisar a la baja sus perspectivas de subidas de los tipos cortos. Ante esta nueva dinámica, los tipos largos empiezan a caer, lo que hace que la bolsa vuelva a ser atractiva, especialmente los valores de crecimiento.

Por lo tanto, el entorno podría resultar más favorable para nuestra estrategia, que invierte en empresas financieramente sólidas, rentables y resistentes a lo largo del ciclo. En los últimos años, capacidad de este tipo de empresas para mejorar sus resultados a largo plazo gracias a un posicionamiento sólido ha quedado sobradamente demostrada³.

 

1 Bloomberg, 2022
2 Capital IQ
3 Las rentabilidades pasadas no son promesa o garantía de rentabilidades futuras. Las rentabilidades indicadas son después de comisiones de gestión, pero antes de impuestos a cargo del inversor.