Olivier de Berranger

Clima empresarial

Como cada año, los líderes del mundo se reunieron en la pequeña ciudad de Davos, en el cantón suizo de los Grisones. Y, de manera excepcional (una vez al año no hace daño), el clima se situó en el centro de los debates del Foro Económico Mundial. El presidente estadounidense se distinguió por su indiferencia, con referencias a los «eternos catastrofistas y sus predicciones de apocalipsis». Un discurso inaceptable y retrógrado para las jóvenes generaciones, que siguen ejerciendo presión sobre los gobiernos y, en concreto, sobre sus futuros empleadores. Un año después de la firma del «Manifiesto por un despertar ecológico» por parte de más de 10.000 estudiantes en Francia, una reciente encuesta llevada a cabo por Boston Consulting Group pone de manifiesto que una mayoría de estos jóvenes (el 72%, en concreto) considera que las empresas muestran un compromiso insuficiente con el cambio climático. Davos les ha proporcionado una valiosa plataforma para afirmar sus aspiraciones ambientales.

¿Qué hay más natural que utilizar el suelo neutral helvético para fijar los objetivos de otro tipo de neutralidad: la neutralidad de carbono? Esto es precisamente lo que ha hecho el grupo farmacéutico AstraZeneca al anunciar su voluntad de neutralizar sus emisiones de dióxido de carbono de aquí a 2025 y reducir su huella de carbono hasta niveles negativos en su cadena de valor de aquí a 2030. El grupo solo utilizará energías renovables y renovará completamente su flota con vehículos eléctricos. Para lograr una huella de carbono negativa, AstraZeneca emprenderá un programa de reforestación («AZ Forest»), que prevé la plantación de 50 millones de árboles (de los cuales, un millón en Francia) en los cinco próximos años. A este anuncio siguieron tantos otros (Starbucks, Microsoft, etc.).

Pero, ¿qué se entiende por «neutralidad de carbono»? La neutralidad de carbono «se consigue cuando se emite la misma cantidad de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera de la que se retira por distintas vías, lo que deja un balance cero, también denominado huella cero de carbono» (definición del Parlamento Europeo). Esta neutralidad de carbono resulta esencial para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, un umbral que el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) considera seguro. Existen pocos «sumideros de carbono»: los bosques, los océanos y las técnicas de captura y retención de carbono (estas últimas no están lo suficientemente desarrolladas debido a su excesivo coste). Sin embargo, compensar esto con la plantación de árboles debería utilizarse como último recurso, solamente para abordar las emisiones remanentes que no han podido eliminarse de otro modo.

La Unión Europea se ha propuesto alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2050, y cada empresa debe poner su grano de arena para conseguir este objetivo. Estamos convencidos de que las empresas con visión de futuro y ambiciosas con respecto a los desafíos climáticos (anticipación de los riesgos climáticos y los costes asociados, capacidad para traducir el desafío climático en una oportunidad mediante la propuesta de soluciones, etc.) serán las que atraerán el capital. Se trata de un atractivo universo de inversión, una fuente de oportunidades y rentabilidad para los gestores de activos y los ahorradores.