Olivier de Berranger

Atravesando paredes

«El hombre que atravesaba las paredes» es el título de una célebre novela de Marcel Aymé en la que un hombre descubre que tiene la capacidad de atravesar las paredes. En mayor o menor grado, todos, inversores o contribuyentes, nos preguntamos cómo atravesar la pared de las deudas que se alza frente a nosotros.

El endeudamiento público está actualmente desbocado: a finales de año 2020 representará una cifra inédita, que manda los criterios de Maastricht al cajón del olvido, ya que la deuda de la zona euro excederá del 100% del PIB. Un intenso crecimiento económico, el regreso de la inflación, incluso la suspensión de pagos o reestructuración de la deuda, están, de momento, fuera de toda discusión como métodos de «amortizar».

Por tanto, la carta a la que se está apostando es la monetización, esto es, la compra por parte de los bancos centrales de la deuda emitida por los Estados. Ahora que el Banco Central Europeo (BCE) posee el 20% del total de la deuda francesa o italiana, e incluso más del 30% de la deuda alemana, algunos incluso sopesan la extinción total de estas deudas por parte de la institución monetaria. A nuestro juicio es más probable un escenario de «perpetuación». Los países deudores reembolsarían sus deudas al BCE por medio de la emisión de nueva deuda que el propio BCE compraría de nuevo. Esto se acercaría a la solución japonesa.

Otra pared, menos conocida pero cuyo grosor crece igual de inexorablemente, es la del endeudamiento privado. La deuda de las empresas no financieras francesas se situará más allá del 75% del PIB a final de año, y rondará los 2 billones de euros. El éxito del mecanismo de Préstamos Garantizados por el Estado (PGE) a cerca de 500.000 empresas ha abultado un inventario de deuda ya significativo en primera instancia.

Si bien este fenómeno ha sido generalizado en toda Europa, resulta especialmente acusado en aquellos países donde el déficit de fondos propios del sector privado se revela crónico. El Banco de Francia señala que los fondos propios de las empresas no financieras representan el 74% del PIB[1], lo que está más o menos en torno a la media europea. En Estados Unidos, dicha cifra asciende aproximadamente al 125% del PIB, lo que otorga al sector empresarial estadounidense un potencial muy superior. Disponer de menor capital hace imprescindible recurrir al endeudamiento para acometer nuevas iniciativas, reinvertir o absorber un choque económico de la magnitud del de la actual crisis sanitaria.

El fin de la novela de Marcel Aymé es poco alentador. El protagonista, funcionario del ministerio de Registros y aspirante a ladrón, pierde su poder de atravesar las paredes y se queda congelado en una pared para siempre, como pegado por toda la eternidad. Ojalá que la reciente atracción de los inversores particulares por la Bolsa[2], las iniciativas públicas[3] o el plan de reactivación europeo contribuyan a reforzar los fondos propios de las empresas y a reactivar la inversión. Este constituye el único método para franquear las paredes.

[1] F. Villeroy de Galhau, intervención ante la Asamblea nacional, 22.01.2018
[2] Entre finales de febrero y principios de abril de 2020, Francia cuenta con 150.000 nuevos inversores, según datos de la AMF
[3] La Federación Francesa de Seguros ha creado un programa de inversión por valor de 1.500 millones de euros