Cuento de verano

«Sabido es lo delgados que son los tabiques que separan los reservados en los más elegantes cafés de París». Así empieza la obra «La casa Nucingen». En este breve texto de Balzac (también escribió este tipo de textos), cuatro periodistas cenan en uno de esos indiscretos reservados y comentan el meteórico ascenso de Rastignac. En este momento del relato, Rastignac ya es el amante de la baronesa Nucingen, vive muy cómodamente y se está iniciando en el mundo de la bolsa.

Los cuatro amigos se preguntan: «Pero, ¿de dónde sacó su fortuna personal?, preguntó Couture (…) Heredó, respondió Finot. ¿De quién?, dijo Blondet. De los tontos con los que se fue encontrando, añadió Couture».

Sin conocer necesariamente este texto de Balzac, los fundadores de la empresa NEUROMAMA han desarrollado de forma muy eficaz el método utilizado por Rastignac para amasar su fortuna. Porque antes de que la SEC(1) suspendiera su cotización, la capitalización de esta quimérica empresa – que no había publicado un balance desde 2013 y que presentaba informes sobre actividades eclécticas que iban del ámbito audiovisual a plataformas de distribución pasando por el sector nuclear – ascendía a 35.000 millones de dólares, la misma capitalización que TESLA o ESTEE LAUDER…

El mundo de la tecnología nos ha acostumbrado a estas espectaculares trayectorias bursátiles que han hecho posible creaciones de valor excepcionales en muy poco tiempo, como en el caso de WhatsApp que valía 20.000 millones de dólares cinco años después de su creación. Una fuente de inspiración para los creadores de NEUROMAMA que, consecuentemente, registraron desde el principio su empresa en una plataforma bursátil llamada OTC Bulletin Board del Nasdaq. El nombre de esta plaza de cotización recuerda el prestigioso mercado del Nasdaq, pero su modo de funcionamiento es muy diferente: las empresas que cotizan no están sujetas a ningún tipo de control. Solo faltaba vender sueños, lo que hacía perfectamente la página de inicio de NEUROMAMA anunciando con orgullo: «Tenemos sueños. Tengo sueños para nuestros hijos».

NEUROMAMA se ha sumado al creciente número de estafas bursátiles. Estafas que comienzan con la colocación en el mercado de «penny stocks»(2) que cotizan en plazas bursátiles más o menos exóticas y que están gestionados por intermediarios financieros sin escrúpulos. Las compras impulsan las cotizaciones, los recién llegados siguen suscribiendo y pueden pasar varios años antes de que se abra la caja de los truenos: el valor estrella de la bolsa resulta ser una empresa fantasma sin actividad real. En el caso de NEUROMAMA, la magnitud de la manipulación bursátil sigue siendo excepcional: ¡una capitalización «virtual» de 35.000 millones de dólares por un pésimo cuento de Navidad! Este dato ratifica la perpetuidad de las observaciones de Balzac: hoy en día hay tantos necios como en el siglo XIX, e Internet permite reunirlos más rápidamente.

Volviendo a las consideraciones de carácter bursátil, puede sorprendernos el hecho de que – mientras que la regulación es cada día más restrictiva para nuestras actividades en nombre de la protección de los inversores particulares – coexistan universos (¿demasiado?) regulados y plazas de cotización que, si analizamos detenidamente, son auténticos nidos de víboras… Nuestros sencillos principios seguirán siendo válidos con independencia de los posibles ajustes regulatorios: limitarse a las principales plazas de cotización, visitar las empresas que las que se desee invertir y mantener esta pequeña dosis de locura indispensable para cualquier inversor perspicaz.

Marc Craquelin

(1) La SEC (Securities and Exchange Commission) es el organismo de control de las transacciones bursátiles en Estados Unidos.

(2) Designa un título de muy bajo valor que a menudo cotiza en un mercado secundario.