Nos vemos dentro de 10 años

Una vez más, las cifras publicadas por APPLE la semana pasada han sido de vértigo: 51.500 millones de dólares de ventas en el trimestre, 48 millones de iPhone vendidos en el periodo, un nivel de margen del 40% único en el sector y prácticamente sin impuestos.

La firma desafía las leyes de la competencia, y las de la fiscalidad. Su comportamiento bursátil lo refleja bien: un accionista que hubiera mantenido sus títulos los últimos 10 años habría tenido una rentabilidad anual sobre la inversión (TSR) del 32%. ¿Era la mejor opción posible? No del todo. Un afortunado propietario de PRICELINE habría obtenido una rentabilidad sobre la inversión récord del 54%.

Solo constituye una sorpresa a medias. Se sabe que el sector digital ha sido el mejor sector bursátil de los últimos 10 años (TSR media del 29%), lo que confirma la lectura del estudio de la consultora Estin & Co de las rentabilidades por sectores y por valores en los mercados desarrollados. No es de extrañar, entonces, que si consideramos APPLE y PRICELINE —dos de los mejores actores del mejor sector— obtenemos unas TSR récord.

Ahora bien, sigamos analizando esta clasificación. El sector digital está seguido de cerca por el sector de las biotecnologías (25%). Tampoco nos pilla desprevenidos. De manera más sorprendente, el sector de la moda y del textil se sitúa en tercera posición (19%). Y si saltamos directamente a la cola del pelotón, encontramos los bancos y las compañías de seguros cuyas rentabilidades sobre la inversión, con dos dígitos en la década de 1990, se derrumbaron a partir de ese momento, pasando al 1% en el periodo 2005-2015 en el caso de los bancos y al 2% en el caso de las aseguradoras.

Entre una rentabilidad del 29% en el caso del mejor sector y del 1% en el caso del peor, la elección sectorial cobra vital relevancia para el gestor. Sin embargo, no basta. Y eso por no hablar de las estrellas de Internet totalmente desaparecidas, el peor actor del mejor sector (YAHOO, cerca de 0%) se sitúa en cotas muy inferiores a las del mejor actor del peor sector (JP MORGAN, 9%)! Otra lección tranquilizadora para el gestor: no existe la fatalidad. Un valor puede pertenecer a un sector difícil (el transporte aeronáutico, por ejemplo) y brindar una TSR excepcional: EASYJET muestra una rentabilidad anual sobre la inversión del 21% en los últimos 10 años.

Más allá del efecto de vértigo —y, a veces de arrepentimiento, seamos sinceros— experimentado al leer ciertos datos del estudio, ¿qué conclusiones se pueden sacar para construir las rentabilidades de mañana?

Primera conclusión simple: los estatus cambian rápidamente. Los sectores estelares de una década pueden pasar a ser los farolillos rojos de la siguiente, como el sector del petróleo o los bancos mencionados anteriormente. La segunda conclusión se refiere a los actores de los «sectores malos» (es decir, sectores con un débil comportamiento bursátil como el transporte aéreo o los seguros). En el caso de una empresa incluida en esta categoría, la salvación solo puede hallarse en una estrategia de ruptura. Es EASYJET la que no se parece a AIR FRANCE. Fue PRUDENTIAL la que, hace ocho años, procedió a reorganizar todos sus negocios para beneficiarse del crecimiento de Asia en un momento en que muchos de sus competidores se quedaron anclados en negocios de ámbito nacional. Si por el contrario pertenece a un «buen sector» (apoyado por el fuerte crecimiento de los negocios subyacentes, puede sin duda ser un innovador histórico (y volvemos a APPLE), aunque a menudo el mejor actor será simplemente el «súper concentrador» que deriva sus actividades a nuevas zonas geográficas, un «actor puro» más que el creador de un nuevo modelo. AB INBEV o HERMES (ambos ganadores en sus respectivos sectores) no han reinventado sus negocios, sino que día a día llevan sus características al extremo.

Esta clasificación recuerda al gestor dos de sus objetivos fundamentales: elegir, en la medida de lo posible, los mejores sectores del momento, y más aún, identificar el objetivo correcto dependiendo de si se trata de un universo rentable o un universo adverso. Optar por los equipos directivos con capacidad para «pasar página» más allá de las expectativas en el primer caso, y favorecer a los que puedan salirse del marco en el segundo caso. Sencillo, ¿no?

Didier Le Menestrel