¿Piensa usted en su jubilación?

 

Este fue el eslogan de varias temporadas de anuncios televisivos de La Financière de l’Echiquier, y en estos momentos representa un tema candente con la serie de reformas anunciadas. Tras más de 20 años de vacilaciones, los poderes públicos franceses empiezan por lo más difícil: transformar y adaptar los regímenes especiales, en particular el de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles de Francia (SNCF) y sus trabajadores ferroviarios… No cabe duda de que esto animará las calles y las conversaciones en las próximas semanas.

Este fenómeno de movilización popular en torno a la jubilación no es exclusivo de Francia: afecta regularmente a los países del sur de Europa, con ocasión de elecciones como las recientes en Italia, o debido a una concienciación como en el caso de los jubilados españoles, griegos o italianos, que no cesan de reclamar más poder adquisitivo a unos Estados que ya no pueden satisfacerlos.

Como es obvio, todo el mundo piensa en la jubilación, pero sin ver ya la salida para una vida mejor, como lo contemplaban quienes construyeron nuestro sistema de solidaridad intergeneracional. La jubilación ha dejado de ser una promesa de felicidad para convertirse en un motivo de inquietud.

En inglés, al hablar de la vida profesional, «jubilación» se traduce como «retirement», algo así como aislamiento. En francés, la palabra «retraite» (como «retiro» en español) cubre unos conceptos más amplios, puesto que puede evocar tanto un retiro estratégico («retreat») como un recogimiento espiritual o incluso un refugio protector. Cada uno, según su formación y su trayectoria, elegirá su traducción. El reto al que nos enfrentamos actualmente es el esfuerzo de la comunidad para ayudarnos a vivir nuestra vida después del trabajo.

¿No deberiamos, antes que nada, aclarar este último punto más que reformar algunos aspectos puntuales…? ¿Cuáles son los fundamentos del sistema de jubilación francés?

Este sistema se basa, aún hoy en día, en unos principios establecidos después de la Segunda Guerra Mundial. La ordenanza del 4 de octubre de 1945 estipulaba que había que «liberar a los trabajadores de la incertidumbre del mañana que les crea un sentimiento de inferioridad, que es la base real y profunda de la diferencia de clases», mientras que la Constitución de 1946 precisaba en su preámbulo: «todo ser humano que, debido a su edad, su estado físico o mental o su situación económica, se encuentre incapacitado para trabajar, tiene derecho a obtener de la colectividad los medios de existencia necesarios». Unas ambiciones generosas que reflejaban las esperanzas de una generación que sobrevivió a un conflicto devastador y que viviría durante varias décadas entre dos sistemas económico-políticos diametralmente opuestos.

Esta generosidad humanista, que choca desde hace más de 30 años con la evolución demográfica y el desempleo masivo, no se ha revisado en nombre de esos principios políticos de posguerra a los que ningún gobierno ha tenido la valentía de hacer frente. Así, Francia es, junto con Grecia, el único país europeo que no ha adoptado ninguna reforma estructural en los últimos veinte años…

«No sirve de nada decir que ‘hemos hecho todo lo posible’; hay que hacer lo que sea necesario». Esperemos que la sabiduría pragmática de Sir Winston Churchill inspire finalmente a nuestra comunidad. Ya no sirve batirse en retirada: es urgente cuestionar la «excepción francesa», que es lo único que aún justifica que no se abra el debate de la reforma del Estado del bienestar.

¿Y si la jubilación se convirtiera en un asunto personal de cada uno? La única opción viable estriba en la responsabilidad individual, con mayor razón para las generaciones jóvenes, que ya se plantean cómo podrían vivir en Marte… Aceptemos que hay que asumir nuestras responsabilidades, con un sistema alternativo de ahorro para la jubilación, un plan individual de jubilación accesible al mayor número posible de personas… Un asunto al que tendremos que seguir prestando atención.

Didier Le Menestrel

1 Retraite, Bâtissons notre avenir !, Cherche Midi, 2015