Luc Olivier

Un océano de posibilidades

Luc Olivier, gestor de fondos de impacto de La Financière de l’Echiquier

Según los cálculos de la OCDE, si los océanos fueran un país serían la séptima potencia mundial. La economía azul supone una producción anual de bienes y servicios valorados en 2,5 billones de dólares[1] y un patrimonio oceánico estimado en 24 billones de dólares. Sin embargo, los océanos son, ante todo, el aire que respiramos. Las microalgas marinas generan el 50 % del oxígeno producido diariamente y absorben, gracias al plancton, el 25 % del CO2 emitido por el hombre[2].

Esta riqueza oceánica, que nos alimenta y produce algunos de los medicamentos que utilizamos, está sometida a numerosas presiones e impactos. La protección de la biodiversidad marina es un desafío enorme, urgente y vital, pero existen medidas concretas para luchar contra los estragos que causa la sobrepesca, la contaminación por plásticos o incluso las plagas de especies acuáticas invasivas.

 

Acelerar la descontaminación marina

Con el fin de reducir la contaminación por plásticos en el mar y acelerar el tratamiento de los residuos, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones y los bancos de desarrollo francés, alemán, italiano y español han unido sus fuerzas. Su compromiso con la Iniciativa Cleans Oceans representa una financiación de 4.000 millones de euros de aquí a 2025. El desafío es ambicioso, pero numerosas empresas ya proponen soluciones innovadoras y concretas para proteger la biodiversidad marina. Por ejemplo, la empresa sueca centenaria ALFA LAVAL[3] suministra soluciones tecnológicas únicas para el tratamiento de las aguas de lastre, que son las aguas que los grandes barcos utilizan para equilibrar su peso y mantenerse estables durante sus viajes. Una vez vertidas, las aguas de lastre pueden liberar especies invasivas, que son las responsables del declive de la biodiversidad marina. Se trata de una amenaza ecológica y un desafío mundial: cerca de 10.000 millones de toneladas de aguas de lastre se transportan de este modo cada año en el mundo, y cada hora se transfieren 7.000 especies acuáticas por esta vía[4]. VOW, líder noruego en soluciones para el tratamiento de aguas y residuos en los buques, también es un actor importante en el contexto del creciente tráfico marino. El desafío es aún más ambicioso si tenemos en cuenta que se vierten al océano 8 millones de toneladas de plásticos, que una bolsa tarda en descomponerse 20 años y un vaso desechable, 50…[5] ¡Y el espacio también puede desempeñar un papel modesto! SPIRE, el proveedor mundial de servicios espaciales, anunció a principios de mayo un contrato con Gale Force, una empresa de seguimiento meteorológico para el sector marítimo, por el que proporcionará recomendaciones de rutas óptimas a sus clientes, ayudándoles de este modo a reducir sus emisiones y costes de combustible.

Como socio del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, La Financière de l’Echiquier financia un proyecto de investigación ambicioso lanzado en mayo de 2022, coordinado por el laboratorio BOREA en Bretaña, sobre la biomímesis marina. Los investigadores aspiran a modelar arrecifes artificiales para favorecer la instalación de una fauna y una flora variadas.

No obstante, aunque nos parece fundamental promover estrategias innovadoras, también lo es apoyar a los sectores económicos en su transición hacia una mejor protección de la biodiversidad marina.

 

Soluciones innovadoras

Por ejemplo, CORBION, el líder holandés en la producción de ingredientes y conservantes, contribuye a frenar la sobrepesca desarrollando un aceite rico en omega 3 a base de algas (el AlgaPrime DHA) para el sector de la acuicultura. Este aceite ayuda a proteger la biodiversidad marina al sustituir el aceite del pescado procedente de la pesca y tiene una huella de carbono menor que otras fuentes tradicionales. De hecho, se produce utilizando energías renovables y con materias primas de comercio justo. La empresa DSM también ha desarrollado desde 2018 un aceite vegetal similar llamado «Veramaris». Eso supone un paso importante en la reducción de la huella medioambiental del sector agroalimentario.

Aunque solo el 3 % —o 3.200 millones de dólares— de los activos gestionados de los fondos de impacto están orientados hacia la biodiversidad[6], actualmente el GIECC cifra las necesidades reales para alcanzar los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica entre 150.000 y 440.000 millones de dólares anuales. Sigue siendo necesario avanzar y continuar con las acciones de sensibilización para orientar el capital hacia las empresas que generen un impacto positivo sobre la protección de la biodiversidad y, especialmente, sobre la biodiversidad marina. Nuestro conocimiento sobre la diversidad es escaso y los océanos aún tienen muchos secretos que revelar.

 

 

Información legal importante
Esta comunicación comercial no reviste carácter contractual. No puede transmitirse a inversores no profesionales sin el consentimiento previo de La Financière de l’Echiquier.
Esta información y este documento no constituyen un asesoramiento de inversión, una propuesta de inversión o cualquier otro tipo de invitación a invertir en los mercados financieros. La información suministrada procede de fuentes que consideramos de calidad.
Si desea ampliar la información, le invitamos a visitar nuestra página web: www.lfde.com.
[1] Estudio de BCG en colaboración con WWF: Informe Planeta Vivo, WWF 2015
[2] Fundación Tara
[3] Los valores citados se mencionan a título ilustrativo. No está garantizada ni su presencia en la cartera del fondo ni su rentabilidad
[4] Organización Marítima Internacional, 2019
[5] Fundación Tara
[6] GIIN, 2018