Informe Semanal del 05/06/2023
El consumo estadounidense pierde fuelle
Target, Home Depot, Dollar Tree, Lowe’s, Dollar General, Foot Locker, Macy’s… Estas empresas estadounidenses comparten dos rasgos: todas pertenecen al sector de la gran distribución y recientemente todas han revisado a la baja sus expectativas de crecimiento para el conjunto del año, principalmente sus ingresos previstos. Y todas han esgrimido argumentos similares para justificar esta reducción de las perspectivas: la demanda de los consumidores, que se ralentiza claramente, debería seguir frenándose durante los próximos meses.
Este menor gasto de los hogares estadounidenses se debe a dos factores. En primer lugar, pese a que la inflación está ralentizándose, los precios han seguido aumentando y están alcanzando niveles que comienzan a mermar de forma importante el poder de compra de los hogares, mientras que el crecimiento real de los salarios (es decir, la inflación salarial menos la inflación de los precios al consumo) sigue siendo negativo. Eso provoca un descenso de los volúmenes de compras, así como una caída del gasto, acentuada por el trasvase hacia productos de inferior coste. Este fenómeno fue confirmado por las declaraciones del gigante Walmart, una de las escasas empresas del sector que no ha revisado a la baja sus previsiones, pero ha puesto de manifiesto este cambio de comportamiento de los consumidores.
La segunda razón de esta pérdida de vigor de la demanda se encuentra en las consecuencias de la crisis del COVID. Entre confinamientos, restricciones sanitarias y cierres diversos, el consumo de servicios giró al ralentí durante casi dos años, lo que trajo consigo un pico de consumo de bienes, pero las tendencias se han invertido claramente desde hace varios meses. De ello se desprende una caída de la afluencia a las marcas de distribución, mientras que la demanda de servicios de turismo y ocio sigue siendo elevada. Desde este punto de vista, podríamos sentirnos tentados a pensar que los sinsabores de la gran distribución no son inquietantes macroeconómicamente hablando, ya que el consumo de los hogares simplemente ha variado de objeto, aunque lo cierto es que la realidad es diferente y un poco menos rosa.
Estos últimos trimestres, el consumo se ha visto alimentando por el uso del excedente de ahorro acumulado durante la crisis del COVID. Actualmente, dicho excedente se ha recortado al menos dos tercios a nivel global y de forma aún más clara en los hogares con rentas más bajas. Por otro lado, los indicadores adelantados sobre las tendencias de consumo, ya sean las encuestas de confianza de los consumidores, que caen, o las tasas de formación de ahorro, que aumentan, distan de ser tranquilizadores.
La dinámica futura del consumo de los hogares será clave para la economía estadounidense. Por un lado, desde una óptica estructural, porque el consumo representa más de dos tercios del PIB estadounidense. Por otro, desde una óptica coyuntural, porque el consumo de los hogares ha sido el único sostén del crecimiento estadounidense en el primer trimestre. Si el consumo estadounidense sigue perdiendo fuelle, mientras que el empleo muestra las primeras señales —endebles— de cambio de tendencia, no vemos qué podría evitar que la economía estadounidense se sumiera en la recesión durante los próximos meses.
Terminado de redactar el 02.06.2023. Por Enguerrand Artaz, gestor de fondos
En pocas palabras
► Frenazo continuo: Aunque se mantuvo en un nivel bajo, la última lectura de la encuesta del ISM sobre el sector manufacturero de EE. UU. estuvo en sintonía con las previsiones, pero es peor de lo que parece a primera vista. La estabilidad de las cifras no se debe más que a una ligera mejora del empleo y a un tímido aumento de la producción, que parecen obedecer únicamente a una reducción de los pedidos pendientes. Paralelamente, los nuevos pedidos descendieron a un ritmo elevado (nunca visto antes fuera de una recesión), mientras que las carteras de pedidos registraron una caída más fuerte que en el apogeo de la crisis del COVID y la más importante desde octubre de 2008. Semejante dinámica debería traer consigo una caída de la producción con bastante rapidez y, por ende, un descenso del empleo.
► Las primeras luces: La inflación de la zona del euro fue inferior a las previsiones en mayo y registró un descenso claro con respecto al mes de abril, ya que pasó del 7,0 % interanual al 6,1 %. Es más, la inflación subyacente registró por primera vez un verdadero cambio de tendencia, ya que pasó del 5,6 % al 5,3 %. El descenso parece generalizado, tanto en los bienes como en los servicios, pese a que en estos últimos se vio acentuado por la fuerte reducción de las tarifas del transporte público en Alemania. Es una buena primera señal para el Banco Central Europeo, que sin duda esperará a tener confirmación de estas cifras a lo largo de varios meses antes de revisar la trayectoria de su política monetaria.