Olivier de Berranger

La crisis de 2022

En noviembre de 2022, el índice Global Aggregate publicado por Bloomberg cerró el mes con una rentabilidad positiva del 4,7 %. Este índice es un indicador general del comportamiento de los bonos de mejor calidad, tanto deuda pública como corporativa e incluso titulizaciones, en todo el mundo. Este comportamiento mensual claramente positivo iguala, por apenas unos puntos básicos de diferencia, el de diciembre de 1991, septiembre de 1998 o septiembre de 2003, y se sitúa en la segunda posición dentro de los 32 mejores años registrados tras el mes de diciembre de 2008.

Aunque esta evolución mensual parece positiva, oculta un año 2022 espantoso. A pesar de este violento rebote, el índice Global Aggregate se prepara para cosechar el peor año de su historia, con una rentabilidad negativa superior al 15 % que deja la caída del 5 % de 2000 o 2005 como una «amable» corrección. El año 1994, calificado como el de «la crisis de la renta fija», cerró prácticamente plano.

Conocemos las razones que llevan a los mercados de renta fija a sucumbir al pánico: inflación galopante en la mayor parte de las regiones económicas, cuellos de botella que impiden producir más y más rápido, aumento desaforado de los déficits públicos en las economías desarrolladas, agresividad de unos bancos centrales convertidos sin excepción al volckerismo… Un verdadero cóctel explosivo.

Sin embargo, parece que el horizonte comienza a despejarse. Después de años de tipos de interés nulos, incluso negativos, el universo de la renta fija encierra actualmente un sinfín de emisores que ofrecen rendimientos atractivos. Por ejemplo, un bono de LVMH a cinco años renta un 2,5 % después de haber ofrecido un rendimiento negativo hace algo más de un año, mientras que Illiad ofrece más del 5,5 % para el mismo vencimiento. Los rendimientos superan el 7 % en los mejores emisores de alto rendimiento.

Solo falta que la volatilidad deje tranquilos a los mercados de renta fija. Proporcionalmente, la volatilidad de los mercados de deuda pública ha sido claramente más alta que en las bolsas desde que los bancos centrales pusieron en marcha su secuencia de subidas de tipos. El nivel terminal de los tipos de interés al que estos aspiran todavía no está claramente definido. Como ocurre con cada crisis económica o financiera, la estabilidad de los mercados de renta fija es condición sine qua non para que las bolsas se calmen de forma más duradera.

Entretanto, los mercados de renta fija privada (es decir, sobre todo la deuda de empresas, ya sea sénior o subordinada, convertible o clásica) presentan un perfil rentabilidad-riesgo atractivo, en nuestra opinión. Cuando el riesgo de la renta fija por fin está correctamente remunerado, cualquier inversor, sea cual sea su clase de activos preferida, ha de sentirse reconfortado.

Información legal importante: Las opiniones expresadas en este documento representan las convicciones del autor. En ningún caso darán lugar a responsabilidades por parte de LFDE.