Alexis Bienvenu

¿Ha «liberado» Trump a China y Europa?

Entre el conjunto de países golpeados por los nuevos aranceles de EE. UU., China es el más castigado: desde el 10 de abril, la tasa se sitúa en un 145 %, lo que supone prácticamente un bloqueo. Sin embargo, desde la toma de posesión de D. Trump el 20 de enero, las acciones chinas figuran entre las de mejor comportamiento: +16 % para el MSCI China (en dólares) el pasado 8 de mayo, mientras que la bolsa estadounidense pierde un 5 % durante el mismo periodo.

Esta aparente incoherencia se aplica a otros países. Así, el índice MSCI Europe (también en dólares) avanza un 13 % durante el mismo periodo, pese a que Europa, que exporta masivamente bienes manufacturados a EE. UU., sufre desde el 9 de abril barreras arancelarias del 10 %.

Entonces, ¿las medidas punitivas contra los países exportadores tienen un efecto beneficioso? Varias razones explican este sorprendente fenómeno.

En primer lugar, la reacción económica de las zonas afectadas. En China, como en Europa, la ofensiva estadounidense ha desencadenado, al menos de forma indirecta, reacciones en forma de planes de estímulos. Los contextos son diferentes, ciertamente. Sumida desde hace varios años en una crisis inmobiliaria y de consumo, China había comenzado a tomar medidas de dinamización desde hacía varios trimestres y el país reforzó dichas medidas y relajó un punto más las condiciones financieras. Así, el pasado 8 de mayo Pekín recortó una vez más sus tipos de referencia y el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos. Europa, por el contrario, no se ha embarcado en un programa de medidas presupuestarias excepcionales, pero el viejo continente ha adoptado rápidamente una nueva doctrina en materia de endeudamiento público por la cual este se puede producirse siempre que contribuya a reforzar las capacidades militares. Aunque esta nueva postura se fundamenta en una justificación geoestratégica, no podemos dejar de destacar la pertinencia de estos estímulos presupuestarios, que han aparecido oportunamente para compensar la ralentización prevista de las exportaciones. Alemania, que pretende librarse del dogma hasta ahora inviolable del límite estricto al endeudamiento público, constituye el mejor ejemplo de esta reacción. En cuanto al Banco Central Europeo, su política, como la de su homólogo chino, podría ser más expansiva si se tiene en cuenta que está acentuándose el riesgo de desaceleración del crecimiento y, por lo tanto, probablemente también el riesgo de inflación a medio plazo.

La segunda razón radica en la relativa desconfianza que despiertan los activos estadounidenses. Esta situación, suscitada por el aparente caos de la política comercial de la Casa Blanca y las tensiones surgidas entre el ejecutivo y el banco central estadounidense, augura nuevas inestabilidades.

La buena salud de los mercados no estadounidense puede explicarse también por el contraste entre las políticas monetarias. En fechas próximas, la Reserva Federan podría toparse con dificultades para recortar sus tipos si se materializara el repunte de la inflación derivado de los gravámenes a las importaciones. En cierto modo, el Día de la Liberación, lejos de liberar a la economía estadounidense de sus limitaciones, ha atado las manos de la Fed.

Por último, desde un punto de vista geopolítico, la actitud bravucona de China, que no ha dudado en replicar la ofensiva arancelaria, ha rubricado su liberación de la condición de país comercialmente dominado por la demanda estadounidense. En la actitud china, no hay nada que haga pensar que vayan a amilanarse los primeros ante los costes de la guerra comercial. Simbólicamente, se ha superado una etapa. Es cierto que la liberación es menos evidente en el caso de Europa, pero la región se ha permitido incluso amenazar a Washington con represalias comerciales. Esta situación habría sido impensable antes del segundo mandato de D. Trump.

Por lo tanto, el mundo no estadounidense puede estarle agradecido al presidente Trump por haberle obligado a sacudirse el yugo bajo el cual le hacía plegarse la fuerza de la demanda estadounidense, algo que las bolsas celebran.

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Terminado de redactar el 09.05.2025. Por Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier (LFDE)