Olivier de Berranger

Un año para lo fundamental

 

Flujos masivos, baja volatilidad, rentabilidades de más del 20 % en la mayor parte de los grandes índices… 2021 ha sido un año espléndido en las bolsas. Después de semejante euforia y en los albores de un nuevo año, la pregunta que se plantea es: ¿Fin o continuación?

En lo que respecta a los fundamentales, las perspectivas económicas son sólidas y se prevé que el crecimiento mundial se sitúe en el 4,4 % en 2022. Los beneficios y las perspectivas de beneficios de las empresas siguen por todo lo alto, toda vez que la demanda mantiene la fortaleza y el ahorro acumulado durante 18 meses constituye una reserva sustancial para el consumo y la inversión. Sólo se cierne un nubarrón sobre este radiante panorama: la inflación. Los desajustes de las cadenas de producción a consecuencia de las medidas sanitarias y a un apetito de consumo agudizado por los planes de estímulo han creado un gran desequilibrio entre la oferta y la demanda. De ello se derivan cuellos de botella y situaciones de escasez que afectan a un gran número de bienes y servicios, y cuando la demanda es superior a la oferta, ¡los precios suben!

Tildada inicialmente de «transitoria» por los bancos centrales, la inflación se ha hecho fuerte en segmentos estructurales de la economía y el riesgo de que se inicie un bucle precios-salarios es real. Así, después de contemporizar, la mayor parte de los bancos centrales —con la poderosa Fed a la cabeza— ha emprendido el camino del endurecimiento monetario. Final de las compras de activos, subidas de los tipos de referencia, incluso reducción de los balances…. todos los medios serán pocos para luchar contra la inflación.

Es un movimiento lógico, ya que mantener la estabilidad de los precios es la función principal de un banco central, pero para unos mercados habituados a políticas monetarias expansivas, el cambio es de gran magnitud. Aunque el último endurecimiento monetario, finalizado en 2019, terminó dejándonos un recuerdo amargo, ¿es sinónimo de caída de las bolsas? No, si nos remitimos a la historia, pero con dos condiciones: que los bancos centrales comuniquen calendarios claros para evitar sorpresas negativas y que las empresas consigan sus objetivos de resultados.  Ante las subidas de los tipos de interés, la revalorización de las acciones ya no puede venir de los múltiplos de valoración, que van a tener tendencia a bajar, sino del aumento del beneficio por acción.

Uno de los retos de los inversores en bolsa en 2022 será, por tanto, descubrir acciones que presenten valoraciones razonables que las protejan de una contracción demasiado acusada de los múltiplos y fundamentales lo suficientemente sólidos para no decepcionar las previsiones de resultados. El otro será aprovechar la volatilidad, que ofrecerá puntos de entrada interesantes después de más de 18 meses de escalada de los mercados. Para el inversor en renta fija, las perspectivas son más sombrías. En un contexto de alzas de los tipos, será imperativo no exponerse a la duración y diversificar las fuentes de rentabilidad. Y no hay que perder de vista que el retorno de la inflación, si bien provoca un endurecimiento de las condiciones monetarias, es una buena noticia, máxime cuando se origina en una demanda pujante. Para las empresas que cuentan con bases sólidas y son capaces de ajustar sus precios, este contexto dista mucho de ser negativo.

 

Olivier de BERRANGER, director de inversiones
con la colaboración de Enguerrand Artaz, gestor de fondos