Feliz Año

ETF… Detrás de estas tres letras que designan los “Exchange-Traded Funds” se esconden unos fondos cuya finalidad es replicar de la manera más fiel posible el comportamiento de un índice o de una materia prima. Si desea comprar oro sin guardarlo debajo de su colchón, puede comprar un fondo (un ETF, famoso entre los especuladores con el código GLD) que reproducirá, descontando algunos gastos, el precio del metal amarillo. Como muchos de ustedes están convencidos de que el oro es un valor refugio (el por qué es otra historia…), este fondo crece y compra oro, mucho oro, a medida que van afluyendo las suscripciones. Hoy en día, los gestores del famoso GLD detentan 60 000 millones de dólares en oro (unas 1 500 toneladas), es decir, más de la mitad de las reservas del Banco de Francia.

El entusiasmo que despierta el GLD no es más que el reflejo de la bulimia de los inversores por el metal amarillo, pero el crecimiento del volumen de los ETF no se limita a esta materia prima. En su conjunto, estos productos representan actualmente casi un trillardo (o un millón de millones) de dólares, es decir, cerca de un 13%* del saldo de todos los fondos no monetarios cotizados en todo el mundo. El crecimiento de estos productos financieros es vertiginosa, mientras que hace unos años eran muy marginales. Una recaudación de un millón de millones en una década no puede llamarse entusiasmo ¡es un plebiscito!

Ya que lo que existe en oro, existe en versión más desarrollada aún en los mercados de acciones. Desde hace ya 25 años, podemos comprar o vender un ETF que reproduzca el rendimiento de Standars and Poor’s (índice estrella del mercado americano) pero cualquiera puede intervenir ya a través de estos productos en muchos otros mercados como China (¡por supuesto!), el sector farmacéutico americano, el CAC o incluso el doble CAC (2 veces el rendimiento del CAC tanto al alza como a la baja).

A los creadores de ETF no les falta imaginación y cada día la “gama” aumenta. Este tipo de desarrollo no deja de tener influencia en nuestro universo, e incluso el vocablo de gestor de activos financieros designa ya dos oficios completamente distintos: los “industriales” del índice (los productores de ETF) y los especialistas de la inversión en acciones. Los primeros prometen sobre todo no hacerlo peor que sus vecinos, mientras que los segundos intentan hacerlo cada vez mejor. A un lado, unos “gestores robot” apoyados por sistemas potentes para reproducir índices de un lado y , del otro lado, unas competencias humanas que buscan espacios de libertad para extraerse de los comportamientos rebañiles de los mercados financieros.

Debido a su tamaño y a sus reglas de gestión, los ETF se han convertido en mastodontes poco maniobrables que menosprecian los atajos menos frecuentados. Se trata de una excelente noticia para nuestro oficio de especialistas, ya que podemos aprovechar los remolinos creados por la gestión indicial y, sobre todo, desplegarnos en campos que ésta última ignora.

2010 habrá sido un año desapacible para muchos índices y ETF, pero habrá permitido que todos recobremos el sentido. El rendimiento extraordinario tan significativo de los gestores tradicionales respecto a sus índices nos permite reiterar nuestro credo: los índices están, ante todo, para ser superados, y no para ser reproducidos.

Hagamos juntos un balance de esta década: si ha supuesto una “pérdida” para los ahorradores adeptos al CAC 40, ha supuesto grandes ganancias para los que han privilegiado la gestión activa: Agressor ha progresado en un 28% desde principios de año (comparado con un CAC sin cambios) y en un 97% desde 2000 (comparado con un CAC a la baja del 25%). Continuar no haciéndolo como todo el mundo, un buen tema para los diez próximos años.

*Fuente: Barron’s

Didier LE MENESTREL

                                                                                                               con la complicidad de Marc CRAQUELIN