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3,4 kilos, 1?637 páginas en formato A4, 730?197 palabras: el folleto de introducción en bolsa de GLENCORE es, a imagen del gigante mundial de las materias primas, fuera de lo normal, gigantesco. Con sus 36Md£ de capitalización bursátil, el rey del negocio se integra directamente en el índice Footsie y se permite el lujo de una doble cotización en Londres y Hong Kong. Esta entrada estruendosa al mercado se produce precisamente en un periodo en que los precios de varias materias primas (alimentarias, energéticas o industriales) alcanzan nuevas cimas.

Como “todo el mundo” sabe, este espectacular aumento es en gran medida resultado de la demanda explosiva procedente de los países emergentes, signo “obvio” del vigoroso ritmo de crecimiento mundial. Además, es tan obvio que “todo el mundo” lo quiere. ¿Y por qué no yo?

Por eso, los inversores particulares, así como un gran número de fondos de inversión, han acabado interesándose por este mercado. Hasta tal punto que, a finales de abril, el volumen diario intercambiado en el ETF indexado en función del precio de la onza de plata superó durante algunas sesiones al del ETF indexado en función del Standard and Poor’s 500 que es, sin embargo, uno de los títulos más tratados del mundo.

No obstante, algunos días después, justo dos semanas antes de la introducción de GLENCORE, la onza de plata se hundía en un 30%, tras haber rozado los 50$, un record que databa de…¡enero de 1980! Esta caída venía acompañada de la del petróleo (¡-10% en un solo día!), la del cobre, así como la de otras materias primas. Alerta, alerta… ¿El alza de las materias primas habría dejado de ser tan “obvia”?

Los movimientos de masas provocan efectos espectaculares en las cotizaciones de la bolsa, pero son pocos los participantes que saben salir a tiempo de ella: las burbujas son embriagadoras y, cuanto más suben, más quiere atraparlas “todo el mundo”. ¿Es necesario recordar la “resaca” que a principios de los años 2000 afectó a todos aquellos que creían haberse asegurado el futuro confiando sus ahorros a VIVENDI o a ALCATEL?

Menos mediático, el éxito de la gran distribución francesa en los años 90 generó la misma confianza ciega de los inversores. CARREFOUR, campeón incontestable del sector, hacía uso de todos sus recursos y vivía su fusión con PROMODES en 1999 como una apoteosis. Ebullición de corta duración y días siguientes difíciles en muchos aspectos para los accionistas que sufren desde hace doce años los malos resultados de un vagabundeo estratégico ya confirmado.

Comprar materias primas al mismo tiempo que “todo el mundo” se asemeja, en nuestra opinión, a la pura especulación: no se trata más que de una anticipación al comportamiento de los “demás”, sin reflexión sobre una creación o un posible valor añadido duradero. No es un acto propio de un inversor que pretende remunerar sus ahorros a largo plazo.

Invertir desconfiando de las modas es uno de los elementos principales de nuestra manera de entender la inversión en acciones, cualquiera que sea el entorno del mercado. Coco Chanel acostumbraba a decir que «?la moda pasa de moda, el estilo nunca?». Nuestra experiencia desde hace 20 años nos permite afirmar que los entusiasmos gregarios son pocas veces sinónimos de valor para su patrimonio.