Del «fin de la historia» a las historias que no tienen fin
Michel Saugné, director de inversiones de La Financière de l’Échiquier (LFDE) │Junio 2025
El mundo de ayer, el de la globalización feliz, parece haber quedado atrás definitivamente. Tras la Pax Americana de las décadas de 1990 y 2000 y, posteriormente, el tiempo suspendido de los bancos centrales entre 2008 y 2020, nos hemos adentrado en una nueva era, la de las «historias que no tienen fin»: inflación persistente, endeudamiento generalizado, envejecimiento de la población y reducción de la mano de obra, retorno de las fronteras y del proteccionismo, transición energética incierta, inteligencia artificial triunfante, tensiones geopolíticas agravadas… y una polarización extrema de las sociedades.
En este entorno en constante cambio, los mercados financieros buscan nuevos puntos de referencia. El primer semestre de 2025 estuvo dominado por el regreso de Europa y los países emergentes a la escena económica y bursátil. La zona del euro, impulsada por ambiciosos planes de estímulos (especialmente en Alemania), una prima de valoración más razonable y un mejor comportamiento relativo de los perfiles value y los valores más enfocados en sus mercados nacionales, podría volver a ocupar un lugar destacado en las asignaciones de activos de las carteras. Por el contrario, EE. UU. navega entre unas valoraciones forzadas, unos crecientes desequilibrios presupuestarios y una mayor incertidumbre política desde el regreso de la administración Trump. Aunque las grandes tecnológicas siguen proporcionando un apoyo sistemático a los índices estadounidenses, la dispersión de las rentabilidades sigue siendo acusada y no puede descartarse el riesgo de una nueva corrección.
Hablando de la tecnología, podemos decir que este sector ya no es simplemente uno más. Desde los años 90 hasta hoy, gracias a tres revoluciones sucesivas (internet, las redes sociales y la IA), se ha convertido en la columna vertebral de las sociedades y economías modernas. Vida empresarial, sanidad, educación, información, transición energética, política, seguridad, defensa… la tecnología reina e impregna ya todas las funciones vitales de nuestras economías. Ahora, dominarla es una condición sine qua non de la autonomía política y económica. Aunque a menudo se percibe como rezagada, Europa cuenta con una base tecnológica profunda y estratégica capaz de competir en segmentos críticos. La clave está en identificar a los actores adecuados, apoyarlos… e invertir el capital con discernimiento.
Además de la tecnología, actualmente existen varias temáticas de inversión que se perfilan como oportunidades a medio y largo plazo. Las pequeñas y medianas empresas europeas, olvidadas durante mucho tiempo, están volviendo al primer plano gracias a sus valoraciones con fuertes descuentos, el crecimiento de sus beneficios, su exposición al mercado interno y los planes europeos de estímulos masivos. Luego está el sector de defensa, que se beneficia de un apoyo político sin precedentes en un mundo que se rearma rápidamente. En este sentido, el ejemplo de Rheinmetall ilustra hasta qué punto la geopolítica puede convertirse en un poderoso motor bursátil. Y, al son de Shanghai, Mumbai, Dubai o Goodbye, un remix de los años 2000 y un posible éxito futuro en los mercados financieros, los mercados emergentes podrían salir de un largo túnel de veinte años de pobres rentabilidades animados por la debilidad del dólar, el abaratamiento de la factura energética y una redistribución gradual de los flujos mundiales. Queda un gran interrogante por resolver: EE. UU.
Entre los excesos a diestro y siniestro, las incertidumbres geopolíticas y fiscales y las presiones sobre el consumo, podría ponerse a prueba de nuevo el retail bull market, aunque la famosa TACO trade[1] ha evitado hasta ahora una corrección duradera.
En un mundo que vuelve a ser multipolar e inestable, pero rico en oportunidades, los inversores deben demostrar discernimiento, reactividad… y buena memoria. La Historia nunca se repite en realidad, pero a menudo tartamudea. Como gestores de activos, nos corresponde a nosotros aprovecharlo al máximo.