Crónica de la impermanencia
Incluso en la época de las IA más creativas, visualizar a Donald Trump con la apariencia de un sabio budista requiere una imaginación desbordante. Sin embargo, con su forma de actuar desde los primeros días de su mandato, el presidente estadounidense ha recordado al mundo uno de los conceptos fundadores de esta filosofía: anicca, la impermanencia. Realizando declaraciones extemporáneas en decretos volcánicos, imponiendo aranceles a sus socios más próximos para suspenderlos después… Trump está imponiendo al mundo, y a los mercados, la inestabilidad y lo efímero de cada situación.
Los escenarios de mercado que prevalecían a comienzos de año han quedado borrados, como mandalas de arena. La excepcionalidad estadounidense que brillaba desde hace dos años, y que el consenso había imaginado que se mantendría, se tambalea. Lastrado por el hundimiento de la balanza comercial, provocado a su vez por el acusado incremento de las importaciones en previsión del aumento de los aranceles, el crecimiento estadounidense debería ralentizarse con fuerza, al menos en el primer trimestre. En este sentido, la incertidumbre política está hundiendo la confianza de las empresas y los hogares, y el mercado laboral vuelve a debilitarse, sobre todo debido a los recortes del empleo público llevados a cabo por el DOGE de Elon Musk. Los astros parece que se han desalineado y eso no dejado indiferentes a los mercados. Con un caída del 2,2 %[1] desde comienzos de año, el S&P 500 marcha por detrás de la mayoría de los índices bursátiles mundiales.
Por el contrario, Europa, región sobre la que muy pocos inversores albergaban todavía esperanzas a comienzos de año, ha vuelto al centro de la escena y, por una vez, por buenas razones, como un plan de 800 000 millones de euros de inversión en defensa a escala europea, unos estímulos presupuestarios más rápidos y sustanciales de lo previsto en Alemania antes de las elecciones federales de febrero y una estabilidad política recuperada —al menos, temporalmente— en Francia. Aunque las estadísticas macroeconómicas siguen siendo pobres en estos momentos en el Viejo Continente, estas perspectivas más optimistas han llevado a los inversores, escarmentados con la inestabilidad estadounidense, a reconsiderar Europa como destino de inversión. También han llevado a los mercados europeos, aupados por el sector de la defensa, a situarse en cabeza de las clasificaciones gracias a un EuroStoxx que sube un 12,8 %1 desde comienzos de año.
Las incertidumbres también se han disparado en la política monetaria. A principio de año, los mercados no esperaban más que una bajada de tipos por parte de la Reserva Federal de EE. UU. en 2025. La hipótesis de que la Fed no iba a tocar los sus tipos de referencia este año había sido planteada por numerosos observadores y alguno contemplaba incluso el riesgo de una subida. Unas semanas más tarde, son tres los recortes que prevén ahora los inversores ante los riesgos para el crecimiento estadounidense. En cuanto al BCE, el camino parece claro y se esperan recortes de tipos continuos al menos hasta finales del primer semestre. Sin embargo, el «bazuca» presupuestario anunciado por Alemania y el consiguiente aumento de las perspectivas de crecimiento hacen dudar ahora a los inversores, y a los propios banqueros centrales. Ahora parece creíble que se decrete una pausa en la relajación monetaria en futuras reuniones.
En lo que respecta al liderazgo de mercado, todo ha cambiado también. Europa, denostada hace apenas unos meses, despierta ahora el interés de los actores del mercado. Entretanto, los Siete Magníficos, los gigantes tecnológicos estadounidenses que han dominado los mercados durante casi dos años y medio, se encuentran ahora en la cola del pelotón con una caída de casi el 11 %1 desde principios de año.
En este entorno marcado por la inestabilidad, los inversores necesitan saber adaptarse, pero también poner en práctica otro concepto clave del budismo: upekkhā o ecuanimidad. Ante la impermanencia, la ecuanimidad nos permite evitar las reacciones emocionales exageradas y considerarlo todo con un mismo criterio. En los mercados, eso significa analizar fríamente cada situación para identificar los riesgos y las oportunidades, sin olvidar que todo puede cambiar mañana.