9 x 7 = 76

En todo caso, es lo que declaro Didier Migaud, Primer presidente del Tribunal de cuentas, en una entrevista televisada(1). Más que el error de cálculo mental de una personalidad encargada de escrutar los más mínimos gastos del Estado y de evaluar la eficacia financiera de las políticas públicas, lo fascinante es la importancia que han adquirido los números y los cálculos. No queda un artículo de prensa, ni un estudio, ni un discurso político que no esté atestado de una multitud de estadísticas para cuantificar una realidad que, de este modo, se haría más palpable.

Grandes consumidoras de cifras, la economía y las finanzas se nutren de las variaciones mensuales del consumo, de la producción o del índice de precios. En un momento en que todos intentamos sentirnos reconfortados, los números y sus tranquilizadores decimales parecen ser una promesa de exactitud. Sin embargo, si lo miramos bien, están lejos de ser siempre tan explícitos como pretenden. ¿Vale más un número que un largo discurso?

De la última reunión del G20 en París emanaron pocas cosas, aparte del establecimiento de una serie de estadísticas y de indicadores encargados de evaluar los desequilibrios mundiales, estando el primer puesto de éstos últimos ocupado por el enorme excedente comercial chino. Así, Christian Parisot(2) se ha interesado por los estudios que desglosan la cadena de valor del famoso IPhone: fabricado en China, se exporta al mundo entero, en particular a los Estados Unidos, donde este best seller de Apple explicaría por sí solo casi el 1% del déficit comercial americano respecto a China. Pero de los 179$ del valor final de un IPhone contabilizados en las estadísticas aduaneras americanas, sólo 6,5 $ proceden efectivamente del Imperio del Centro. De hecho, el ensamblador chino del teléfono importa componentes japoneses, coreanos, alemanes e incluso estadounidenses. Según los indicadores globalizados del G20, comprar un IPhone en Manhattan contribuye a la reducción del déficit comercial japonés con respecto a su vecino chino.

Aunque su significado exacto no siempre sea evidente, los mercados fluctúan todos los días al ritmo de las publicaciones de las cifras económicas que marcan la tendencia. Éstas son revisadas regularmente del mismo modo que el Producto Nacional Bruto americano, del cual el BEA (Bureau of Economic Analysis) publica nada menos que tres estimaciones antes de dar una cifra definitiva. Por otro lado, este mismo BEA no dudó en julio de 2009 en revisar todas las cifras de crecimiento de Estados Unidos publicadas desde 1929.

Por consiguiente, las cifras económicas o ratios financieros de las empresas no siempre son perfectos y, sin embargo, son la piedra angular de nuestras inversiones. Afortunadamente, al lado de los datos numéricos, nosotros añadimos otros criterios cualitativos. Las visitas de empresas, las conversaciones con los managers a quienes confiamos los capitales son elementos tan importantes como los modelos de actualización de flujos o los análisis de balances. Desde 2007, también evaluamos las empresas en función de criterios extra financieros y, probablemente, no habríamos invertido en AP MOLLER MAERSK, EUROFINS o SEB basándonos solo en criterios cuantitativos.

Cualquiera que sea el ámbito, estamos convencidos de que los números no tienen que ser el único criterio de decisión. Después de todo ¿a cuántos niños se les ha obligado a comer espinacas debido a un famoso error de cálculo? (3)

(1)          BFM TV, entrevista del 7/10/10
(2)          Economista jefe de Aurel BGC, La Tribune, 16/02/11
(3)          El contenido en hierro de las espinacas es de 2,7mg/100g y no de 27mg como se transcribió por error en el siglo XIX