¡Seamos Francos!

Durante la crisis de las vacas locas a principios de los años 80, el gobierno decidió poner un sello “VBF” a la Carne Bovina Francesa para reconfortar al público sobre la epizootia de Encefalitis Espongiforme Bovina que afectaba a las vacas británicas. Certificar la procedencia y garantizar la trazabilidad de los “rumsteaks” y otras costillas de buey debía, por un lado informar al consumidor francés y, por otro, garantizarle la calidad del contenido de su plato.

Hoy en día se incita a ese mismo consumidor, no solo a comer, sino también a comprar todo producto fabricado en Francia. Un mensaje que han recibido los 2/3 de los franceses que, según un estudio del Crédoc(1) de 2011, estarían dispuestos a pagar más por un producto nacional. Paradójicamente, este no es el caso de las empresas ya que, según al agencia AgileBuyer(2), solo el 19% de las mismas se fijan objetivos de compra de productos “made in France”. Peor aún, las razones indicadas por las empresas francesas que les llevan a no abastecerse con productos de sus compatriotas son severas: «demasiado pequeñas, financieramente frágiles, “laboralmente” rígidas, no competitivas, poco solidarias unas con otras…».

Por supuesto, el origen bretón (Quimper) de la marinera Armor Lux (empresa fundada en 1938 por un suizo alemán, Walter Hubacher, ciudadano del mundo antes de hora) enarbolado con orgullo por nuestro Ministerio de la recuperación productiva, no deja lugar a dudas. Pero es más difícil calificar la procedencia de los productos que un consumidor “medio” o que una empresa “patriota” debería favorecer para contribuir a la actividad económica de su país.

Si todos sabemos que la planta TOYOTA de Valenciennes produce los Yaris para el mercado europeo, ¿sabemos, por ejemplo, que el constructor japonés acaba de invertir en capacidades para producir 25.000 de estos mismos Yaris destinados a los mercados estadounidense, canadiense y puertorriqueño? Colmo del absurdo, TOYOTA es, por ahora, el primer y único constructor generalista que ha recibido el sello “Origen Francia Garantizado”(3), una etiqueta que no posee, por el momento, ningún vehículo RENAULT o PSA.

Otra región francesa y otro ejemplo: nos felicitábamos por la obtención por parte de los astilleros de Saint-Nazaire de un pedido de 1000 millones de euros para un gigante de los mares de 361 metros de largo por parte del armador Royal Caribbean Cruise Line, que representaba más de 10 millones de horas de trabajo. ¿Tenemos que recordar que este astillero STX Europe es una filial de un grupo coreano, por tanto procedente del mismo país que HYUNDAI, acusada el pasado mes de septiembre de “dumping” social?

No nos queda más que constatar que la “nacionalidad” de una empresa o de un producto es, hoy en día, un concepto más mediático que verdaderamente económico. La globalización es una realidad de la vida de los negocios contra la que no sirve de nada combatir: un florón de la economía francesa como L’OREAL (69.000 empleados en 130 países y en los 5 continentes) ya no comunica la cuota ni de su personal ni de su facturación realizada en Francia… Más allá de esta globalización, el desarrollo de la economía digital acelera aún más la desaparición de los territorios en provecho del individuo. Este movimiento que se acelera es, como afirma Michel Serres(4) «una revolución de una amplitud que la humanidad solo ha conocido dos veces hasta la fecha».

Esta revolución, que no deja de tener consecuencias en nuestras economías desarrolladas, sigue aterrorizando al mundo político y a todos aquellos que no ven en ella más que la pérdida de sus privilegios y ventajas. Un reflejo comprensible pero muy dañino a corto plazo: nuestros gobernantes saldrían ganando si entendieran y aceptaran que la riqueza del futuro se crea en todas las partes del mundo, tanto en Asia como en África, con consumidores-ciudadanos que tienen el mundo digital a su disposición.

Seamos francos y no “franchutes”, ¡el futuro de lo “made in France” es profundamente mestizo!

Didier LE MENESTREL
con la complicidad de Olivier de BERRANGER

(1) www.credoc.fr/pdf/4p/239.pdf
(2) Les Echos Business – 03/01/2013
(3) La Tribune de l’Auto – 03/09/2012
(4) Journal du dimanche – 30/12/2012