Olivier de Berranger

Make your health great again

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos siempre han sido una tribuna ideal para prometer el descenso en los precios de los medicamentos. «Es como esos sueños deliciosos que no dejan al despertar más que la tristeza de haber creído en ellos», escribió Molière en El enfermo imaginario. Promesas sin mañana, desastrosas para millones de estadounidenses y angustiosas para los inversores. En 2016, el sector de la salud registró un deslucido comportamiento cuando Donald Trump se alzó con la presidencia estadounidense. La historia no siempre se repite, y 2020 no es 2016.

Hoy en día, la salud representa un nuevo desafío geopolítico. Además, los mercados vuelven a descubrir las ventajas de este sector que es capaz, a nuestro parecer, de superar en rentabilidad a los índices a largo plazo. Y no solo porque presenta numerosas ventajas, sino porque también encierra un potencial de innovación prodigioso. El sector se beneficia de un crecimiento estructural impulsado por el envejecimiento de la población, que exige cada vez más cuidados, y por la emergencia de la clase media en muchos países. Nuevas oportunidades de crecimiento surgen con el desarrollo económico, que trae consigo nuevas patologías importadas del mundo occidental, como la diabetes o la hipertensión, y las incesantes innovaciones terapéuticas, que permiten tratar nuevas enfermedades o patologías que se consideraban incurables hasta ahora.

La extraordinaria capacidad de innovación de este sector permite vislumbrar un futuro prometedor para nuestra salud y constituye un motor de crecimiento estructural. Las barreras de entrada, sobre todo en términos de presupuesto de investigación, son lo suficientemente elevadas como para proteger los márgenes de beneficios. En nuestra opinión, el sector de la salud puede ofrecer a los inversores un perfil de riesgo-rentabilidad muy atractivo.

Las grandes crisis provocan cambios profundos. Si bien todavía es pronto para conocer con precisión el alcance del impacto de la crisis de la COVID-19, esta pandemia constituirá a buen seguro un poderoso acelerador de movilización de nuevos conocimientos y crecimiento.

Ya detectamos tres consecuencias de calado.  Los sistemas de salud, que se han visto sometidos a una enorme presión, han puesto al descubierto sus lagunas y, sin duda alguna, el gasto sanitario aumentará, sobre todo en equipos hospitalarios. Estados Unidos, que destina en la actualidad un 16% de su PIB a su sistema de salud (China destina, hasta la fecha, un 5%), ya ha anunciado un plan de refuerzo adicional de 130.000 millones de dólares. Las autoridades sanitarias, como la FDA (Food and Drug Administration) estadounidense, también mostrarán una mayor audacia y capacidad de reacción, e implementarán políticas de apoyo a la investigación, lo que promete una revolución en el sector biotecnológico. Por último, todo apunta a que los sectores de diagnóstico e inmunización experimentarán un ciclo de innovación.

Tecnología médica, biotecnología, farmacia… Desde hace muchos años, invertimos en sectores con visión de futuro, en sólidos ejemplos de crecimiento como ASTRAZENECA o NOVO NORDISK, especialista en el tratamiento de la diabetes, las firmas de tecnología médica THERMO FISHER y SARTORIUS STEDIM, o la compañía biotecnológica estadounidense VERTEX. Se trata de un atractivo universo de inversión, una fuente de oportunidades y rentabilidad para los encargados de la selección de valores (stock-pickers) que adoptan un riguroso enfoque y los ahorradores. Pero, ante todo, para los pacientes.