Alexis Bienvenu

La revolución será financiera, camarada europeo

Desde comienzos de año, Société Générale acumula una subida del 84 %[1]. Es tan solo un ejemplo de la impresionante trayectoria que están describiendo este año los bancos del conjunto de la región, que avanzan un 44 % en el periodo y se sitúan muy por delante de las estrellas de la IA, cuyas rentabilidades son discretas en comparación (Nvidia, por ejemplo: +17 % en dólares). Algunas entidades deslumbran especialmente; así, Unicredit, actualmente el segundo banco cotizado de la zona del euro por capitalización bursátil, se ha disparado ¡más de un 600 % en tres años!

La explicación no reside en la actividad económica de la zona del euro, que desafortunadamente sigue de capa caída. Más allá de algunas trayectorias singulares, como la de Unicredit precisamente, se puede atribuir este fenómeno a varias causas estructurales que permiten abordar esta tendencia como duradera.

En primer lugar, la curva de tipos se ha normalizado. Gracias al descenso de la inflación y, posteriormente, de los tipos de referencia, la curva ha recobrado una forma normal en la que los tipos a corto plazo son claramente más bajos que los tipos a largo plazo, mientras que lo contrario era la norma, por ejemplo, en 2023, cuando el bono alemán a 2 años llegó a estar casi 80 puntos básicos por encima del bono a 10 años. En este entorno, los bancos, que esencialmente piden dinero prestado a corto plazo para prestarlo a largo plazo, no podían prosperar. Este periodo adverso ya ha pasado y en el horizonte no se recorta ninguna ola inflacionista.

Otros factores han podido intervenir en este auge renovado de los bancos: más comisiones sobre las operaciones, por ejemplo, o regulaciones menos estrictas. También la recuperación prevista de sus valoraciones bursátiles, que durante mucho tiempo fueron ridículamente bajas.

Sin embargo, bajo se superficie se dibuja otro movimiento aún más poderoso: el refuerzo de la búsqueda de la soberanía europea. Como reacción ante la creciente fragmentación del mundo, abandonada por su aliado occidental y presionada peligrosamente por su gran vecino oriental, Europa ha tomado conciencia de la necesidad de afirmar su soberanía en diferentes ámbitos: en el militar, por supuesto, pero también en el comercial y ahora en el financiero. Con este espíritu, la comisión europea está trabajando en un ambicioso proyecto transformador para las finanzas europeas: la estrategia denominada «Unión de Ahorros e Inversiones», presentada en marzo de 2025.

Esta dimensión de la Unión aspira a crear un mercado único y eficaz para la financiación de proyectos económicos dentro de la Unión Europea. La idea de partida es que el ahorro de la zona del euro es abundante, pero está infrautilizado. Cada año se ahorra 1 billón de euros, pero una gran parte de este ahorro huye de Europa para, sobre todo, invertirse en deuda estadounidense o en activos europeos de bajo riesgo y, por lo tanto, de baja rentabilidad y escaso valor productivo. Reorientados por medio de marcos eficaces, varios cientos de miles de millones de euros se podrían invertir al año de forma más útil para la dinámica europea, no solo militar, sino también ecológica o digital.

Las vías de desarrollo son numerosas y, por lo general, se miran en el espejo de EE. UU., donde la financiación de proyectos es más fluida. Entre las prioridades, figura el desarrollo de los fondos de capital-riesgo transfronterizos para dar apoyo a las empresas innovadoras a escala europea. Otra se centra directamente en los bancos y los mercados y trata de impulsar el proceso de «titulización» de los préstamos. En el caso de un banco, este mecanismo consiste en reunir diferentes préstamos en un único vehículo para, posteriormente, venderlo en diferentes lotes a los inversores. De este modo, la entidad puede aligerar su propio balance y, por lo tanto, liberar capitales para poder conceder nuevos préstamos. Este proceso —una práctica corriente en EE. UU.— sigue envuelto en un halo de secreto en Europa, lo que va en detrimento de su capacidad para sostener la innovación. Se contemplan otros proyectos más originales, como la creación de un mercado unificado de títulos de deuda pública europeos, ya no solamente nacionales, que podría recoger una parte de los capitales que actualmente se invierten en la deuda estadounidense.

Este proyecto de Unión no constituye únicamente la enésima evolución normativa, también es una revolución ideológica. Los bancos y, en un sentido más amplio, los mercados de capitales se ven ahora como verdaderas herramientas de soberanía, no solo de prosperidad; después de todo, la una no puede existir sin la otra. Dentro de una década, la Europa bancaria y bursátil probablemente será mucho más sólida y, por lo tanto, Europa será más autónoma. ¡Larga vida a la revolución financiera europea!

Terminado de redactar el 27.06.2025. Por Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier (LFDE)
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[1] A 27 de junio de 2025.