¡Formación sobre el cambio climático, ya!
«La formación es condición indispensable para la acción». Esta frase se puede leer en una carta abierta dirigida al presidente de la República de Francia, Emmanuel Macron, por 17 personalidades de la sociedad civil, entre ellas Jean-Marc Jancovici, experto en clima y energía, Eva Sadoun, cofundadora de una plataforma de inversión de impacto, y el escritor y director de cine Cyril Dion, y en la que reclaman que los miembros del gobierno francés se formen sobre la cuestión del cambio climático.
Esta reflexión se extiende también a los medios de comunicación y se sustancia, por ejemplo, en el giro medioambiental iniciado por Radio France, que conlleva «el mayor plan de formación de su historia… sobre cuestiones climáticas y científicas» para todas sus redacciones.
Eso no debería sorprender a nadie, sabiendo que el asunto ya había cobrado un gran protagonismo con motivo de la Conferencia de Río, organizada por la ONU en 1992, y que en 2015, en el marco de la COP21, el artículo 12 del Acuerdo de París insistía una vez más en la importancia de la educación sobre el cambio climático para alcanzar los objetivos fijados.
Lo que por entonces no dejaba de ser una declaración de intenciones, ahora se ha convertido en una emergencia educativa. Para estar a la altura de los retos, este ejercicio debe tender puentes entre los científicos, la comunidad educativa, los círculos económicos y la esfera política favoreciendo el aprendizaje interdisciplinar y la transversalidad. Los científicos transmiten hechos, pero también son portadores de soluciones que deben llegar hasta los responsables de las decisiones económicas y políticas.
Este comienzo es positivo, pero es vital ir aún más lejos y reconfigurar el sistema desde la base adaptando los programas de formación. A medida que sube el mercurio, la educación sobre los desajustes del clima está convirtiéndose en una prioridad pedagógica en un número cada vez mayor de países, como en Italia, primer país del mundo en instaurar (en 2020) la obligatoriedad de la enseñanza del cambio climático para los alumnos de educación primaria y secundaria. Tras la estela de los alumnos, los docentes empiezan a reclamar esta reforma auspiciada por la UNESCO, convencidos de que «formar es dejar una huella que perdura».
El mundo de las finanzas no se queda atrás. Numerosos reglamentos, como los cambios en MiFID II para incorporar las preferencias sobre la dimensión ASG, incitan a los intermediarios financieros a ofrecer productos de inversión responsable a sus clientes y explicarles que tienen el poder de actuar en favor del clima con su ahorro. He ahí un cambio de gran relevancia que, de nuevo, genera unas necesidades de formación a las que LFDE contribuye activamente: casi 3.000 personas han recibido formación a través de programas innovadores como Ecole de l’ISR y, en estos momentos, la iniciativa Ecole du Climat. Estos programas, que ofrecemos a nuestros socios y clientes en Francia, descifran la inversión responsable y ayudan a tener más en cuenta los retos que plantea el cambio climático. Este esfuerzo pedagógico también lo desplegamos ante las empresas en las que invertimos para animarlas a acelerar su transición y ser más sostenibles, desde el convencimiento de que su papel ante estos retos es fundamental.
No importa quién sea el destinatario: políticos, medios de comunicación, estudiantes, profesionales de las finanzas, empresas… Todos los medios son buenos para fomentar los comportamientos sostenibles y acelerar la transición hacia un modelo de sociedad con bajas emisiones de carbono. Y, como inversores responsables, tenemos la firme intención de contribuir a este impulso.