Economía-ficción
Para los creyentes y los no creyentes, el Adviento es un periodo marcado por los preparativos navideños, pero en el sector financiero se caracteriza por el tradicional ejercicio de proyecciones. Los bancos, las gestoras de activos y las empresas de estudios económicos se entregan a este ritual. De cara a 2025, las perspectivas parecen suscitar un amplio consenso: un crecimiento estadounidense dinámico, una actividad económica ralentizada en Europa, una inflación contenida en todo el mundo y, por tanto, unas políticas monetarias expansivas parecen ser los denominadores comunes de los escenarios elaborados hasta el momento. De ello se deriva una preferencia por la renta variable estadounidense, en particular la vinculada al denominado Trump bump o empujón de Trump, y un interés por la renta fija privada sensible tanto a la caída de los tipos de interés como al dinamismo del crecimiento mundial.
Sin embargo, cuando el consenso es unánime, lo que suele ocurrir a menudo es que queda a contrapié. En ese caso, las consecuencias para los mercados financieros serían más que notables. Consideremos algunas hipótesis alternativas que podrían hacer descarrilar este escenario bien engrasado.
En el frente geopolítico, imaginemos que el presidente Trump arrastra a Rusia y Ucrania a la mesa de negociación en cuanto toma posesión. Tras un diálogo tenso inicialmente, se alcanza una paz duradera. Esta evolución permitiría a la renta variable europea reducir rápidamente el descuento que acumula frente a la estadounidense. 2025 se convertiría entonces en el largamente esperado año de Europa.
En cuanto a la inflación y, por tanto, los bancos centrales, la escalada de la producción entre la OPEP[1], EE. UU. y los demás países productores de petróleo podría provocar una caída del precio del barril. Al cabo de unos meses, la caída de los precios de la energía se dejaría sentir de forma más generalizada. Al hundirse la inflación, los bancos centrales tratarían de reavivar la llama con bajadas masivas de tipos y una expansión de sus balances. En este escenario, los activos de renta fija registran rentabilidades de dos dígitos a finales de año y superan a las bolsas.
En lo que respecta al sector sanitario, la distribución a gran escala de tratamientos contra la obesidad contribuye a invertir la fuerte caída de la esperanza de vida en EE. UU. Este hecho también contribuye a un rebote demográfico en otros países desarrollados, impulsando de este modo la productividad de forma considerable y, por tanto, el crecimiento potencial. Eso daría paso a una nueva era de crecimiento dinámico, pleno empleo y fuertes alzas de los activos de riesgo, en particular de aquellos cuyas valoraciones están actualmente en niveles muy bajos por la atonía del crecimiento.
Por último, en el plano del comercio internacional, la hipótesis de que la administración Trump introducirá aranceles aduaneros provoca una rápida revalorización del dólar en el mercado de divisas, dejando obsoleto el proteccionismo estadounidense. La fortaleza del dólar penaliza las exportaciones estadounidenses, reduce el crecimiento del país y acaba con su excepcionalidad. El empujón de Trump muta en bajón de Trump.
Por definición, estas hipótesis parecen poco probables hoy en día, ya que se alejan de un consenso particularmente unánime. Sin embargo, dado que nada sucede según lo previsto en los mercados financieros y que todo cambia rápidamente, es importante hacer un ejercicio de economía-ficción para asegurarnos de que las carteras que configuramos son sólidas.
Terminado de redactar el 13.12.2024. Por Clement Inbona, gestor de fondos de LFDE.