Olivier de Berranger

Cuando despierte China

Se había convertido en un tema recurrente. Con su economía de capa caída, lastrada por el empeoramiento de la confianza de los consumidores y el desinflamiento de la burbuja inmobiliaria, China necesitaba poner en marcha medidas de estímulo adecuadas. Sin embargo, pasaban los meses y la respuesta tardaba en llegar. Es cierto que el banco central, el Banco Popular de China (PBoC), había bajado los tipos en varias ocasiones, sobre todo el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos, además de inyectar liquidez. Sin embargo, estas intervenciones seguían siendo demasiado quirúrgicas como para sostener la economía, máxime cuando, al mismo tiempo, no había señales de estímulos presupuestarios.

Esta actitud de espera, que poco a poco había disuadido a la mayoría de los inversores de exponerse a China, se interrumpió bruscamente a principios de otoño. En pocos días, el PBoC y el Politburó anunciaron un paquete coordinado de medidas monetarias, bancarias, inmobiliarias y presupuestarias: reducción de los diferentes tipos de interés del banco central, recapitalización de los seis principales bancos comerciales por valor de más de 140 000 millones de dólares, reducción media del 0,5 % de los tipos de interés de las hipotecas en vigor, reducción del 25 % al 15 % de la entrada mínima para la compra de una segunda vivienda, ayudas económicas a los hogares más pobres, etc. El plan es sin duda ambicioso y parece estar a la altura de los problemas económicos del país, aunque quedan por concretar algunos detalles, en particular las modalidades exactas de distribución de las ayudas a los hogares.

Varios indicios apuntan también al carácter excepcional de estas medidas. En primer lugar, la coordinación de los anuncios, que contrasta con las actuaciones con cuentagotas de los últimos trimestres. En segundo lugar, el orden del día de la reunión de septiembre del Politburó, que se dedicó a temas económicos, algo que tradicionalmente no ocurre. Por último, el lenguaje empleado por el Politburó, que se refiere abiertamente a «nuevos problemas» para el crecimiento chino y al deseo de «mejorar la eficacia» de la política económica y «responder a las preocupaciones de la población».

Estos anuncios, todavía vagamente esperados por unos inversores que ya no tenían mucha fe en ellos, tal había sido el número de salidas en falso, provocaron un rebote muy acusado de las acciones chinas, desde las acciones A (negociadas en el mercado local) hasta las acciones cotizadas en EE. UU., pasando por las registradas en Hong Kong. No obstante, esta brusca inversión del sentimiento también ha beneficiado a las bolsas europeas, en particular a los sectores más expuestos a China, como los artículos de lujo, los automóviles, las bebidas espirituosas y la minería. La euforia que rodea a la renta variable china podría prolongarse durante algún tiempo. Aunque, por el momento, el movimiento está siendo alimentado principalmente por las liquidaciones masivas de posiciones cortas por parte de los fondos de inversión libre, los inversores fundamentales tienen buenas razones para interesarse de nuevo por China. En un momento en que la exposición de las carteras a la renta variable china está en su nivel más bajo desde hace más de una década, las valoraciones siguen siendo muy reducidas, tanto en términos absolutos como en relación con otros mercados emergentes, y las expectativas de beneficios son bajas.

La respuesta es menos clara si nos preguntamos si continuará el repunte de los sectores europeos expuestos a China. Los sectores que dependen esencialmente de una recuperación de los volúmenes de demanda, como el químico o el siderúrgico, pueden ofrecer oportunidades interesantes. Por otra parte, sectores como la automoción y los artículos de lujo se enfrentan a problemas más estructurales que están lejos de resolverse. En el frente automovilístico, la demanda sigue siendo débil en el Viejo Continente y sigue soplando el viento en contra de la normativa europea sobre el futuro del motor de combustión interna, cada vez más discutida. El viernes, la revisión a la baja de los beneficios previstos del fabricante de equipos FORVIA y la rebaja de la calificación crediticia de su competidora VALEO hasta grado especulativo fueron duros recordatorios de las dificultades del sector. En cuanto al sector del lujo, el descenso de los volúmenes, debido en parte a los precios desmesurados de ciertos productos y a la aparición del lujo silencioso[1], se extiende mucho más allá de China. Y en el caso de este último país, el auge de las marcas de lujo locales no tiene por qué verse obstaculizado por un posible repunte del consumo, sino todo lo contrario, por no mencionar el hecho de que los sectores del automóvil y el lujo se encuentran entre los más expuestos a un recrudecimiento de las tensiones comerciales entre Europa y China.

Las medidas anunciadas por las autoridades chinas constituyen sin duda uno de esos puntos de inflexión que salpican periódicamente los mercados. Algunos sectores denostados podrían recobrar el pulso de forma duradera y la renta variable emergente en general, y la china en particular, podría volver a encontrar su sitio en las asignaciones de activos. Además, el escenario económico mundial deberá tener en cuenta ahora la próxima recuperación china. Sin embargo, tras el entusiasmo inmediato, será necesario utilizar el discernimiento para determinar los verdaderos ganadores de estos sucesos, más aún teniendo en cuenta que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca sigue siendo plausible, lo que pondría aún más en entredicho la posibilidad de que los inversores estadounidenses inviertan en China.

 

Terminado de redactar el 27.09.2024. Por Enguerrand Artaz, gestor de fondos de LFDE

 

[1] Una tendencia a consumir bienes de lujo de forma más discreta, favoreciendo las marcas que priorizan la sobriedad en lugar de la ostentación, y alejándose de los nombres de marca.